OPINIÓN

Vivimos con permiso

Imagen de la Calle Mayor de Madrid, completamente vacía tras el anuncio del estado de alarma por el coronavirus.
Imagen de la Calle Mayor de Madrid, completamente vacía.
EFE
Imagen de la Calle Mayor de Madrid, completamente vacía tras el anuncio del estado de alarma por el coronavirus.

Desde hace semanas siento que la humanidad vive con permiso, en concreto con el que nos da este dichoso coronavirus. Entramos en una nueva etapa en la que va a ser imprescindible que cada uno actúe de la forma más solidaria posible. Este nocivo amigo ha venido para quedarse y no queda otra opción. Las mascarillas complementarán a las gafas de sol, y los guantes harán lo mismo con los relojes y pulseras. Un verano atípico nos espera, y así será hasta dar con la tan ansiada vacuna.

"Me aterra imaginarme que por unos cuantos irresponsables podamos dar un paso hacia delante y dos hacia atrás"

Me duele pensar que nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo o el vecino –que sale a aplaudir rigurosamente todas las tardes a las 19.58 h– han podido perder a un ser querido. Me duele saber que muchos sanitarios no tienen el material adecuado y que la cifra de contagios entre el personal sigue en aumento. Me duele creer que hay dirigentes mundiales que buscan echarle la culpa a la conspiración y no a la naturaleza. Me aterra imaginarme que por unos cuantos irresponsables que buscan aire fresco, podamos dar un paso hacia delante en esta lucha y dos hacia atrás. Ahora que empezamos a atisbar el final del principio, siento envidia de nuestros compañeros portugueses, ¡qué ejemplo!

Aunque siento que nosotros también tenemos nuestra pequeña gran Portugal. Madrid, la ciudad del abrazo, la que siempre acoge. Sus dirigentes, tanto el Gobierno como la oposición, dieron hace poco un recital de actuación. Esperanza para el ciudadano, construcción para la fase decisiva. Llega el momento de poner en práctica el examen de conciencia de todas estas semanas. Llámenme loco porque quizá he pasado últimamente demasiadas horas junto a José Coronado y Nemo Bandeira. De momento, creo que vivimos con permiso.

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