OPINIÓN

Querido perro, eres bienvenido

Varios perros en las instalaciones de la protectora de animales de Torredembarra (Tarragona).
Varios perros en las instalaciones de una protectora de animales.
PROTECTORA DE ANIMALES DE TORREDEMBARRA
Varios perros en las instalaciones de la protectora de animales de Torredembarra (Tarragona).

Nadie sabe lo que es querer a un animal, hasta que convive con él. Venimos de la celebración de las fiestas y, aunque en menor medida que hace décadas, se siguen regalando mascotas. Fomentar la adopción es una de las principales tareas de las autoridades y cada vez va a mayores por fortuna. Que con el avance del tiempo sean más las familias que deciden abrir las puertas de sus hogares a este tipo de seres vivos es una noticia fabulosa. 

Tener un animal en casa es ventajoso a nivel emocional en una época en la que la tecnología se va comiendo las relaciones sociales y donde cada vez las personas son más solitarias. La compañía que un perro o un gato dan en determinados momentos puede parecer una tontería, pero quien lo ha sentido sabe que no lo es. Además, el nivel de estrés disminuye cuando estamos a su lado, algo que va en favor de la caída del uso de ansiolíticos. 

Aunque hay multitud de animales domésticos, soy partidario de los perros, esos fieles amigos que te reciben cuando llegas como pocas personas lo hacen. Una gran responsabilidad que merece conocer sus contras. Por un lado, la ropa difícilmente se volverá a vestir sin pelos, la climatología no entiende de paseos, y tampoco la noche o el día lo hacen. A los cachorros les gusta morder zapatillas, picos de mesas, cojines y sillas. Eso quiere decir que por más protecciones que se intenten poner, siempre algo acabará roto. Que se les llame por su nombre no siempre tiene por qué ser un signo de que te van a obedecer y que se ponga un recipiente lleno de pienso no tiene que significar que se lo vaya a comer si antes puede hacerlo con una salchicha o cualquier resto de comida humana. 

Por cierto, el pienso si no es el más barato mejor para su salud. El veterinario cuesta dinero, a veces más de lo que tenemos presupuestado, y las vacunas o desparasitaciones hay que hacerlas en las fechas establecidas. Cuando son ancianos necesitan mucha dosis de paciencia para seguir su ritmo. Al no ser un juguete ni un adorno, puede que cuando se junte con otros de su especie estos le asusten o, por el contrario, que sea él quien se porte mal con estos otros amigos. Hay que vigilar el comportamiento y corregirlo si es necesario, algo que puede conllevar menos euros en nuestro bolsillo. 

Multitud de factores poco divertidos. Ahora bien, si se decide aceptar ese contrato estaremos preparados para disfrutar de la experiencia. Ellos solamente saben hacer una cosa a cambio de todas esas tareas, dar amor y alegría a los demás, la fórmula que dicen que es la clave de la felicidad. En esta ecuación todo conlleva un precio, y no tengo dudas de que adoptar es la mejor terapia posible contra la crisis de salud mental que estamos padeciendo. Una tarea que es bienvenida para niños, adultos y ancianos. La única pega es que duran poco y el día que ya no están es duro. Hay que saber que por mucho que le queramos, no deja de ser un animal.

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