Dicen que en la adolescencia es cuando las personas comienzan a preguntarse todo tratando de buscar una solución que aporte luz a sus cuestiones. La filosofía es una materia que ayuda a discernir conceptos más allá del bien y el mal. El ser humano necesita aprender a pensar para que en su madurez sepa cómo responder a cuestiones naturales de la vida. Visto lo visto en la nueva ley del gobierno, los alumnos de Secundaria no podrán acceder en los años de enseñanza obligatoria a una asignatura como la Filosofía. Podrán eso sí aprender de digitalización, emprendimiento o economía, herramientas que les serán útiles en el futuro, pero no así la que quizá les aporte más sentido al trayecto que van a recorrer en este mundo.

Profesores y profesionales del gremio ya han dado la voz de alerta. No enseñar a pensar a los jóvenes hará que sean más pobres en materia cultural, vital y a nivel cognoscitivo, es decir, en la evolución de sus capacidades intelectuales. Quizá no es tanto una cuestión de conocer a todos los autores, clásicos y modernos, sino de saber tener matices críticos con las diferentes cuestiones que se plantean en la vida. Perder el pensamiento crítico hace que el hombre sea huérfano de conciencia.

"No enseñar a pensar a los jóvenes hará que sean más pobres en materia cultural"

Una de las grandes revelaciones de la televisión en España a lo largo de la última década fue la serie catalana Merlí. Esta producción narra la historia de un profesor de Filosofía de instituto que da una vuelta de tuerca a la enseñanza común y aplica los conceptos de cada filósofo a la vida misma de sus alumnos, más conocidos como “peripatéticos”. Les enseña a debatir sus ideas, pese a que ello conlleve perder la razón, y sobre todo les ayuda a tomar decisiones en su día a día. Esta materia ayuda a ver el doble sentido de las cosas, es decir, fortalece la capacidad de discusión. Quizá en nuestra sociedad no debamos dejar de lado un lujo como es una asignatura que ayudará a que ningún charlatán pueda llegar a los oídos de los más jóvenes sin que ellos hayan logrado pararse a pensar al menos qué es lo que les está vendiendo. Sin escuelas de pensamiento estamos perdidos.