Hermana menor de Pepa y Tere, evoca decenas de personajes antiguos. Como Correquetecagues, «que iba en el tranvía y no podía aguantarse»; Juanito Radá, que tuvo en exclusiva los primeros buses de Benidorm; El niño la cartelera, que anunciaba los toros delante de las mulillas y con la banda de la Cruz Roja; el tenor Caruso o El Chache, vendedor de «limones para el mareo».
Descendiente de juristas del Ayuntamiento de Madrid, uno de ellos era «camarada de juergas de Alfonso XIII», y otro, su bisabuelo, fue el célebre turronero Luis Mira, Lluís de la Reina, proveedor oficial de Isabel II en la Corte, a la que llegó tras 12 días de viaje en mula, y abrió establecimientos en la Carrera de San Jerónimo y en la plaza Mayor.
Vivió una dura posguerra y se casó en 1960 con Sixto Llausas, maestro chacinero de Girona, y tuvo el carné 115 de la Sociedad Fotográfica de Alicante, «que estaba en la calle San Vicente».
Allí, en la biblioteca, conoció al escritor Enrique Cerdán Tato, quien en el otoño de 1954 le dedicó un librito de poesía, Primaveras de bronce, publicado en edición mixta con el también periodista Tirso Marín: «Sólo éramos amigos», puntualiza.
Ahora disfruta con su único nieto, Guillermo, y viaja con la Sociedad de Viudas Católicas, con sede en la calle San José, para la que actúa y escribe sainetes. Sin alardes, porque son obras «sólo para nosotras».
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