«Aquí beben menos»

Lo dice un inmigrante asentado en Valencia, una ciudad que se le antoja más limpia que Cali y con pocos aparcamientos

Humberto Villalobos nació en Cali (Colombia) hace 46 años y lleva cuatro aquí. Trabaja como camarero y quizá por ello ha reparado en la diferente manera que tienen de divertirse sus compatriotas y los valencianos: «Allí abundan el baile y el licor; aquí, las cenas».

También le llaman la atención el transporte público y la limpieza de las calles. Del servicio de autobuses dice que en general es bueno, aunque, matiza, «presenta algunas deficiencias».

De otro lado, Valencia le parece que «está muy limpia». Sin embargo, «en Mislata hay bastantes excrementos de perro».

También las plazas de aparcamiento tienen un pero a su juicio: «Apenas hay».

Clandestino siete meses

Humberto llegó a Valencia tres meses después que su mujer. A él le siguieron los dos hijos de la pareja y, como están encantados, piensan traerse a la madre de él.

La familia ya tiene los papeles en regla, pero durante «seis o siete meses» Humberto vivió en la clandestinidad: «Me acogí a la regularización anterior a la que está en marcha ahora». Lo más tedioso, lamenta, fue que el Consulado de su país acreditara que carecía de antecedentes penales: «Me he sentido mejor tratado por las autoridades de aquí que por las de mi país». v. garzón

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