En la universidad se fuma

A pesar de las restricciones, en varias facultades aún tiran del pitillo alumnos
y profesores.
Estudiantes, fumando el pasado viernes en un bar universitario.
Estudiantes, fumando el pasado viernes en un bar universitario.
R. R.
Estudiantes, fumando el pasado viernes en un bar universitario.
En la universidad se sigue fumando, a pesar de que la nueva ley antitabaco lleva en vigor más de dos meses. Estudiantes, e incluso profesores, no se cortan a la hora de encenderse un pitillo en cafeterías y pasillos, que en muchas facultades están, sin embargo, cubiertos de avisos y carteles de prohibición.

Filosofía y Letras y Derecho son dos de las facultades en las que los fumadores continúan con su hábito impune. «No se respeta la ley. Los aumnos aprovechan los descansos entre clase y clase para fumar», explicó Irene, estudiante de Historia.

Impunidad

Las cafeterías siguen siendo los lugares favoritos por los universitarios para encenderse un pitillo, a pesar de que las camareras les recuerdan que está prohibido, según relataron estudiantes consultados por 20 minutos. De hecho, algunos alumnos optan por salir a bares del exterior de la universidad donde se permite fumar.

En otros centros, como la Facultad de Ciencias y el edificio Interfacultades, 20 minutos pudo comprobar que casi nadie fuma y no hay colillas en el suelo. En la cafetería de Ciencias, los estudiantes han desechado el humo y ni siquiera hay carteles de prohibición.

A pesar de todo, los estudiantes piden que se habiliten zonas donde poder fumar. Pero antes de la entrada en vigor de la nueva norma ya estaba prohibido fumar en toda la universidad, por tratarse de un edificio público dedicado a la enseñanza. Lo mismo sucede en los colegios y en los hospitales y centros de salud.

Los universitarios

César Ezquerra. Estudia Historia. 27 años.

«No fumo y me gustaría que en la cafetería se cumpliese la ley. Me molesta que la gente fume aquí. Y como no hay ceniceros, las colillas terminan en el suelo».

Carlos Garay. Estudia Historia. 21 años.

«Cuando entro en la cafetería, es como si la ley antitabaco hubiese pasado de largo. Hay gente fumando todos los días y a todas horas».

Irene Moliner. Estudia Historia. 18 años.

«No me he planteado dejar de fumar por las nuevas prohibiciones. Me incomoda no poder encender un cigarro cuando quiero, pero en la universidad aún no son muy duros».

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