Un terremoto, un tsunami, la alarma nuclear... ¿Cómo logran los japoneses guardar la calma?

  • Un experto en cultura japonesa explica los hábitos de conducta de esta sociedad.
  • Los japoneses expresan dudas a título individual sobre la información que reciben de su Gobierno, pero su alto grado de obediencia civil les impide protestar en público.
  • A diferencia de otras grandes catástrofes en Japón no ha habido pillajes, ni visibles expresiones de dolor, ni fotos cruentas de cadáveres.
Varios japoneses en el centro de Tokio (Japón).
Varios japoneses en el centro de Tokio (Japón).
EFE
Varios japoneses en el centro de Tokio (Japón).

Los japoneses han vivido en menos de una semana el cuarto terremoto más fuerte de la historia, un tsunami voraz que arrasó edificios enteros y puede haber matado a más de 12.000 personas, y una alarma nuclear en Fukushima-1 que tiene en vilo a todo el mundo. Pese a tanta tragedia, la comunidad internacional asiste con asombro a la comedida reacción de la sociedad japonesa, que, sin embargo, no sorprende a los expertos en cultura nipona.

"Confirma lo que conozco sobre los hábitos de conducta de los japoneses", explica a 20minutos.es Alfonso Falero, doctor en cultura japonesa por la Universidad Kokugakuin y coordinador del Master de Estudios Japoneses de la Universidad de Salamanca. "Es una sociedad muy organizada, con un alto sentido cívico, que sacrifica los intereses personales por los colectivos, muy jerarquizada y educada para la obediencia civil".

Además, hay en la forma de ser de los japoneses una capacidad de aceptar las situaciones como vienen dadas, sugiere: "Ante una catástrofe como ésta no se cuestionan moralmente quién es el responsable, creen que ha sido algo natural, que tenía que suceder, y adoptan una postura pragmática".

Los japoneses son, de natural, calmados

En el blog Los ojos de ella, de un español que trabaja en la oficina comercial de la embajada española en Tokio, su autor cuenta que acercándose a la zona del desastre, en el noreste de la isla, se encuentra con dos mujeres japonesas de unos 65 años que le hablan "con la cara afligida, pero sin perder la corrección y el saber estar".

El japonés es de natural, calmado. Así lo confirma Jaime Delgado, que lleva diez años trabajando en Madrid para una de las principales agencias de viaje especializadas en país del Sol Naciente. Está rodeado de japoneses, ocho en su oficina, y cree que llevan a gala ser muy respetuosos. "Lo aprenden desde pequeños".

"No es que no sientan dolor o pena, sino que consideran que deben mantener la compostura para no ofender a los que están sufriendo". Los compañeros de Jaime, cuenta él, están muy pendientes de lo que sucede en su país y en contacto permanente con sus familias, pero creen que en Europa se está viviendo la alarma nuclear "con más catastrofismo que en el propio Japón".

Una gran conciencia colectiva nacional

El profesor Falero considera que el Gobierno de Japón está siguiendo una cuidadosa estrategia sociológica que consiste en informar dando "siempre la versión más optimista posible". El Gobierno busca así evitar que la población entre en pánico, algo que este experto en historia japonesa considera altamente improbable: "Si no creó pánico el holocausto de Hiroshima y Nagasaki, esto tampoco", sentencia.

Pese a todo, el Gobierno japonés empieza a dar síntomas de estar desbordado. Buena prueba es que ha tenido que recurrir al emperador Akihito para, con su mensaje televisado a la nación -el primero en 22 años-,"reafirmar la conciencia nacional en la población, pedirle autocontrol y garantizarle amparo psicológico".

Los japoneses, a modo particular, sí están planteando a los periodistas allí desplazados que no sienten la suficiente confianza en las autoridades, que no les dicen todo lo que saben. "Sin embargo, no adoptarán ninguna revuelta ni episodio de histeria colectiva" se atreve a augurar Falero. La familia y luego el sistema educativo inculcan una impronta de conciencia solidaria y de dependencia de grupo en los japoneses que a la larga genera ciudadanos así, con un grado extremo de obediencia civil".

Sin fotos, por respeto a los muertos

El famoso sentido del respeto nipón ha ahorrado en esta ocasión también la visión de cruentas imágenes de cadáveres, algo que no ocurrió en Haití, por ejemplo. Falero explica que los japoneses tienen verdadero tabú con la sangre y con la putrefacción, "se ve hasta en la mitología y hace que la incinceración sea su rito funerario principal".

Por su compromiso colectivo, que anteponen al individual, tampoco se están dando episodios de pillaje que sí han sucedido en otras graves catástrofes como las inundaciones de Nueva Orleans o el terremoto de Haití. Jaime Delgado asegura que es imposible algo así en Japón. "No existe delincuencia. Santifican el trabajo y son felices, el que es más rico y el que lo es menos". El profesor Falero cree que, a diferencia de otras culturas, las víctimas de este desastre que han logrado sobrevivir no reaccionarán contra el Gobierno y esperarán a ser atendidas como se merecen.

Ya lo dice la misma viuda de John Lennon, Yoko Ono,  en declaraciones a la BBC. "Los japoneses son muy pacíficos. Nunca gritan o chillan. Expresan siempre más tristeza que rabia".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento