Parece que va a menos, pero aún genera más de un disgusto.
Los jubilados que juegan a la petanca junto al instituto de O Castro ven cómo su pista amanece adornada con deposiciones caninas. Igual ocurre en los parques infantiles.
Los vecinos opinan que con multas se espabilaría rápidamente la conciencia ciudadana. Mientras tanto, el peatón camina atento por el distrito y asiste a un extraño fenómeno en el cruce de Zamora, Barcelona y Zaragoza con Hispanidad. A partir de allí las aceras se vuelven estrechas y deslucidas, y en lugar de farolas de estilo clásico hay unas simplemente viejas.
Aparcar cerca de la plaza de la Independencia es fácil desde que existe el parking. Por debajo de López Mora, aún esperan uno.
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