Cuando los vecinos de la avenida Gustavo Adolfo Bécquer (Alcalá de Henares) se asoman a la ventana ven un paisaje que no cambia: el inacabado desarrollo urbanístico de Espartales Norte (en la imagen). Como este, en la región hay al menos 50 municipios donde los PAU –los nuevos macrobarrios– proyectados (234 sectores) están a medio gas, según reconoce la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid, que cifra en un 20% el nivel medio de desarrollo de estos nuevos planeamientos.

Dicho de otra manera, el 80% de las 499.238 viviendas proyectadas están empantanadas. O bien no se han empezado a construir o ni siquiera está urbanizado el suelo. Y de las que sí están en marcha (102.643 casas), se han terminado 84.879, según los datos de los promotores inmobiliarios cerrados en diciembre de 2010.

Una situación que inquieta especialmente a las miles de familias que ven cómo se esfuman las casas por las que están pagando religiosamente, tal y como denuncian los cooperativistas de Valdebebas en una carta remitida a 20 minutos. "Nos dan largas y no sabemos nada de nada. Yo ya he entregado 50.000 euros y pago además 600 mensuales", explica Alberto Hijosa, que no entiende por qué sus casas no terminan de arrancar. En este PAU hay previstas 12.500 viviendas de las que no se ha puesto ni la primera piedra, y eso que el plan parcial se aprobó en 2004.

"Esto demuestra la insensatez del modelo urbanístico que se ha llevado a cabo estos últimos años", denuncian desde Ecologistas en Acción. Según dicen, en toda la región hay al menos 20 millones de metros cuadrados en desuso por estar reservados para estos proyectos urbanísticos.

Pero no sólo Valdebebas es un buen ejemplo del parón vivido por el sector inmobiliario en la capital. Aquí solo dos de los PAU proyectados están prácticamente terminados. Se trata del Ensanche de Barajas y el de Vallecas, aprobados respectivamente por planes parciales en 1999 y 2007. Peor suerte han corrido Montecarmelo, Arroyo del Fresno y El Cañaveral, aún en proceso de urbanización a pesar de tener aprobados sus planes parciales desde 1995, 1999 y 2003.

Mención aparte merecen Los Berrocales y Los Ahijones, donde desde la Asociación Cooperativistas Afectados del Sureste de Madrid (5.000 personas) denuncian que llevan 14 años a la espera de unas viviendas ahora envueltas en una presunta estafa inmobiliaria y por las que ya han pagado entre 40.000 y 70.000 euros.

Pero los problemas de la capital se reproducen por toda la región. Localidades como Algete, Colmenar Viejo, Pinto o Ciempozuelos ven cómo sus nuevos desarrollos no terminan de cuajar. Y en otros como Tres Cantos avanzan a un ritmo muy lento –solo se están construyendo 720 de las 6.900 casas proyectadas en Nuevo Tres Cantos–. Un poco mejor pintan las obras, por ejemplo, en Griñón, Majadahonda y Colmenarejo. Y otros como Arroyomolinos son «pueblos fantasma, acabados pero con todo en venta y sin casi vecinos», dicen los ecologistas.

Majestuoso se levanta, en medio de la nada, la macrourbanización de 13.508 viviendas diseñada en Seseña (Toledo) por Paco el Pocero y de las que solo se han construido unas 5.000, que tienen licencia de primera ocupación. Este desarrollo se perfiló, por su cercanía a la capital (a 36 km), como una alternativa para muchos jóvenes que no podían pagar otra cosa. Algo similar a lo ocurrido en Ocaña, otra localidad toledana donde las viviendas de varios nuevos edificios siguen a la espera de unos vecinos que no llegan.