Nos la descubrió Julio Medem al convertirla en Caótica Ana, y después la hemos visto en Camino, la serie Hispania o Retornos. Ahora Manuela Vellés sufre y grita en Secuestrados, una terrorífica película de Miguel Ángel Vivas en la que encarna a una joven a la que unos ladrones de casas encierran junto con sus padres.

Una película durísima.

Sí, cuando hablo con la gente todos estáis igual. A mí me pasó ya leyendo el guión: hasta los diálogos que parecen cotidianos tienen su razón de ser. Todo estaba en la cabeza del director. Íbamos a sufrir mucho...

¿Cómo se rueda una película así?

Por suerte, de forma cronológica. Cada día se terminaba en una secuencia y al día siguiente había que recuperar el punto. Había que simular momentos de pánico, empezar en estado de shock y después recorrer todas las etapas del miedo hasta intentar salvar la vida.

¿No le daba miedo volver luego a casa?

No, vivo en un piso en el centro de Madrid y es al revés: en cuanto pasa cualquier cosa se oye. Nunca he tenido ese miedo, pero me he metido en él para hacer la película.

¿Y cómo se entra y se sale de ese terror?

Este ha sido el trabajo del que más me ha costado desconectar. Pero no a nivel psicológico ni por encadenarme al personaje, sino porque fue muy duro. Al llegar a casa no me quedaba energía, lo único que quería era dormir.

¿Mucha exigencia física?

Fue agotador. Preparabas las peleas con un especialista, pero te hacías daño igual. Había que estar muy activo, muy fuerte, caerte de verdad... En la película no hay trampa.

Al verla, ¿qué siente?

Se me saltan las lágrimas. Me emociono, porque llegamos a estados límite, extremos, y es duro hasta recordarlos. Como espectadora, la vivo con tensión brutal desde el principio al final. Se ve muy real. Eso es lo que más miedo me da.

Y ya sabe cómo reaccionaría al límite...

Sí, es tremendo. Sé cómo me lo tomaría, cómo sufriría. Es duro imaginarte en una situación así.

¿Por qué ninguna candidatura a los Goya?

Es una pena... pero hay que abrir las mentes: la van a ver en muchos países, ha funcionado en los festivales... Bastantes cosas nos está dando ya la película.

Para empezar, pavor.

Es que es un filme de miedo. A una comedia la gente va a reírse, a un drama a llorar... Esta es para las personas a las que les gusta pasar miedo. Es muy impactante, brutal... se tiene una experiencia especial. Es una bofetada en la cara, pero no engaña a nadie. Hay adrenalina desde el principio hasta el final.

¿Usted se siente ya un rostro popular?

Estoy contenta, porque la gente se me acerca siempre para felicitarme por algún trabajo. Pero todavía no vivo nada parecido a la fama.