Las fábricas madrileñas de tesoros nacionales

  • Las Reales Fábricas producían piezas decorativas de gran calidad para las élites.
  • La capital tuvo fábricas de tapices, porcelanas, relojes, plata y tabaco.
  • Actualmente se pueden visitar la Real Fábrica de Tapices y la antigua Tabacalera.
También conocido como Palacio de Oriente
También conocido como Palacio de Oriente
También conocido como Palacio de Oriente

El lujo siempre ha sido un buen reclamo. Colecciones como la de las Joyas de la Corona en la Torre de Londres o estancias como las del Palacio de Versalles ven pasar cada año a millones de visitantes que descubren cómo fueron los gustos y la rutina de los antiguos monarcas. Pero, más allá de las modas, estos elementos decorativos son piezas de arte creadas por los mejores talleres de su época.

La Corona española, para apoyar la fabricación de artículos de calidad dentro de nuestras fronteras, creó entre los siglos XVIII y XIX diferentes centros especializados que fueron denominados Reales Fábricas. En Alcoy, Guadalajara y San Fernando de Henares se instalaron plantas de producción de paños; en Talavera de la Reina, de sedas; en Ávila, de algodón; en Sevilla, de tabaco. La provincia de Málaga se hizo con las factorías de naipes, en Macharaviaya, y de hojalata, en Júzcar. La Granja, en Segovia, comenzó a elaborar ricas piezas en cristal, y la localidad gaditana de Jimena de la Frontera, artillería.

Madrid fue el lugar elegido para instalar algunas de estas fábricas de lujo, que debían satisfacer la demanda de la Corona y su Corte. La capital se especializó en los tapices, la porcelana, los relojes, la platería y, más tarde, también produjo tabaco.

Las fábricas de los Borbones

La Real Fábrica de Tapices fue fundada en 1721 por Felipe V y aún hoy sigue produciendo y restaurando alfombras, tapices y reposteros en la calle Fuenterrabía, cerca de Atocha. El edificio neomudejar que alberga la factoría fue declarado Bien de Interés Cultural y está abierto como museo en horario de mañana los días laborales. En él se pueden ver algunas de sus obras y bocetos de artistas que después se llevarían al tejido. Además, dispone de cinco salas y un jardín disponibles para celebrar eventos privados.

La Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro ya no existe. Sus instalaciones estuvieron situadas en el parque del mismo nombre, cerca de donde se encuentra actualmente la estatua del Ángel Caído. La China, como se la llamaba entonces, fue fundada por Carlos III a mediados del siglo XVIII y alcanzó su máximo esplendor a principio del XIX. Se dice que la calidad de su producción era superior a la de Sévres y que levantó envidias entre otros fabricantes europeos. Durante la guerra de la Independencia, los franceses hicieron de ella su cuartel y finalmente fue destruida por las tropas aliadas británicas en 1812. En 1818, Fernando VII creó la Real Fábrica de Moncloa para continuar elaborando porcelanas, pero nunca llegó a alcanzar los resultados de la primera.

Carlos III también apoyó la creación de la Real Fábrica de Relojes, que funcionó durante apenas cinco años en la calle Fuencarral, y la Real Fábrica de Platería Martínez, que adoptó ese nombre en honor al orfebre aragonés Antonio Martínez Barrio. El taller de plata, que también fue escuela, mantuvo su actividad entre 1778 y 1869 en un edificio que ocupaba lo que es ahora la plaza de Platería de Martínez, en los aledaños del Paseo del Prado.

Aunque algunas de las piezas creadas por estos maestros fueron sacadas de nuestro país, una gran muestra de la producción está dentro de las Colecciones Reales, que se encuentran expuestas al público en los palacios, monasterios y conventos gestionados por Patrimonio Nacional. En su web se puede encontrar información útil sobre visitas y un buscador para acceder a la base de datos Goya, que apunta la localización de todas las referencias.

La historia de la Tabacalera

El edificio que albergó la fábrica de tabacos de Madrid, junto a la actual glorieta de Embajadores, fue también proyectado por Carlos III para servir de almacén de productos estancos como aguardientes, licores o barajas de juego, pero pronto perdió su uso. Fue en 1809, bajo dominio francés, cuando se organizó como factoría de cigarrillos contratando a las mujeres que ya fabricaban tabaco de forma clandestina en el barrio de Lavapiés. Desde entonces creció hasta convertirse en uno de los mayores centros de producción de España, llegando a tener más de 4.000 operarias. Tras una progresiva pérdida de actividad, la planta cerró definitivamente sus puertas en el año 2000.

Hoy en día, el antiguo edificio de la fábrica es La Tabacalera, un centro social autogestionado que pone a disposición del barrio de Lavapiés espacios colectivos y actividades educativas y culturales. Uno de los proyectos de este centro se llama Cigarreras. Con él se pretende reconstruir la memoria histórica del edificio y la ciudad gracias a la colaboración de las mujeres que trabajaron el tabaco.

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