El Palacio de Festivales de Cantabria acoge el estreno de `La sonrisa etrusca', con Héctor Alterio y Julieta Serrano

El Palacio de Festivales de Cantabria acogerá el próximo 4 de marzo el estreno de la adaptación teatral del afamado libro de José Luis Sampedro 'La sonrisa etrusca', dirigida por José Carlos Plaza e interpretada por Héctor Alterio y Julieta Serrano.
Sonrisa etrusca
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TEATRO
Sonrisa etrusca

El Palacio de Festivales de Cantabria acogerá el próximo 4 de marzo el estreno de la adaptación teatral del afamado libro de José Luis Sampedro 'La sonrisa etrusca', dirigida por José Carlos Plaza e interpretada por Héctor Alterio y Julieta Serrano.

La función permanecerá en la Sala Pereda del Palacio de Festivales los días 4 y 5 de marzo, a las 20:30 horas. Después de su estreno nacional en Santander, el Teatro Bellas Artes de Madrid recibirá el montaje para su estreno en la capital, donde estará en cartel desde el 10 de marzo hasta el 24 de abril.

Es la primera vez que este texto de José Luis Sampedro sube a las tablas desde que se publicara con enorme éxito su libro del mismo título en 1985. Pentación Espectáculos produce el montaje, con Jesús Cimarro como director del equipo de gestión. El resto del reparto se completa con Nacho Castro, Olga Rodríguez, Israel Frías, Carlos Martínez Abarca, Cristina Arranz y Sonia Gómez Silva.

Juan Pablo Heras, Premio Arte Joven 2002 por 'El hombre probable', ha sido el responsable de la adaptación teatral, y Francisco Leal está a cargo de la escenografía e iluminación.

La obra versa, según José Carlos Plaza, sobre la sonrisa de la verdadera felicidad, la del amor profundo, la del que nada pide y todo da, la duradera, más allá del tiempo y del lugar; la sonrisa que justifica y compensa toda una vida.

Una sonrisa que llega al final cuando vemos nuestros errores y nuestros aciertos, cuando somos capaces de reconocer lo que verdaderamente importa y de lo superfluo que resulta lo que antes creíamos fundamental.

La sonrisa dulce, tierna, algo burlona y enormemente placentera que cierra significativamente el ciclo vital de un ser que fue violento, justo e inflexible en sus convicciones, endurecido por la guerra y por la lucha diaria contra una agreste naturaleza indomable, el ciclo vital de un hombre seco, profundo, radicalmente honesto consigo mismo pero incapaz de comprender las debilidades del otro, los matices de la existencia cotidiana o las diferentes maneras de pensar y de existir.

Para Plaza, el camino hacia la ternura sería otro buen titulo de esta historia, o las nuevas posibilidades impredecibles, sorprendentes nunca tardías o el futuro propio en los demás, serían otras imposibles síntesis de esta compleja historia de un alma que José Luis Sampedro nos ofreció hace ya más de veinte años.

Añade que el carácter de Salvatore, alias Bruno, siempre nos deleita, puede asustarnos un poco, eso sí, quizás porque nos reconozcamos en muchos de sus comportamientos por muy primarios que a primera vista parezcan. Por ejemplo: su rencor infinito a sus enemigos, su fundamentalismo en lo que debe ser, su orgullo indomable, pero hay algo que nos hace admirarle y quererle: su profundísima humanidad.

Y, sorprendentemente, la vida le ofrece, en este su final, la posibilidad, la grandiosa posibilidad de poder volcar ese potencial, de derramar, de desbordar su amor hacia un ser indefenso que empieza a vivir.

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