Los gendarmes se acercaron para identificar a los presuntos etarras, que circulaban en un Opel Zafira sustraído el 24 de febrero anterior y al que habían colocado placas de matrícula falsas.
Los presuntos terroristas encañonaron a los agentes, les obligaron a introducirse en el vehículo de la Gendarmería y los mantuvieron retenidos durante horas.
Los supuestos miembros de ETA aprovecharon para robar a los agentes su indumentaria, los equipos de radio y las armas que llevaban.
Horas después dejaron libres a los agentes y se dieron a la fuga.
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