Nápoles, una ciudad llena de vida

  • El desorden que se respira es organizado.
  • Se trata de un gran museo al aire libre.
  • Pompeya y Capri son dos lugares a visitar desde Nápoles.
La capital de la Campania, bajo la sombra del volcán Vesubio.
La capital de la Campania, bajo la sombra del volcán Vesubio.
ENIT-Turismo italiano
La capital de la Campania, bajo la sombra del volcán Vesubio.

Ruidos, motos, griterío, prisas, ropa colgada en estrechos callejones, puestos a pie de calle… Nápoles da la sensación de ser una ciudad donde impera el desorden, donde nada parece estar donde debiera. Pero en medio de este aparente caos, tiene su orden; un orden marcado por las reglas que los propios napolitanos han ido estableciendo.

Es una ciudad para conocer por dentro y por fuera, no sólo a través de sus iglesias, conventos, museos, palacios, castillos, ruinas sumergidas y subterráneos, sino a través de su gente, para dejarse llevar por sus calles, para degustar una pizza mientras se disfruta de las vistas del golfo de Nápoles desde la vía Caracciolo, para ir de compras por la vía Toledo o por la galería Umberto I.

Viviendo Nápoles

La capital de la Campania, bajo la sombra del volcán Vesubio, es una de las ciudades más pobladas de Italia y ese gentío lo percibe el visitante nada más poner un pie en la ciudad. Las familias se agolpan en las puertas de las casas, sus vidas transcurren entre tradiciones y costumbres. Una de ellas, la de celebrar la licuación de la Sangre de San Genaro el 19 de septiembre, aniversario de su muerte.

Son muchas las cosas para hacer y ver en esta ciudad. Posee una gran cantidad y variedad de cúpulas y más de 400 iglesias. Sin embargo, terremotos, incendios y 181 bombardeos de la Segunda Guerra Mundial acabaron hasta con sesenta templos. Entre las iglesias y monasterios que merece la pena visitar,  la Catedral, la Iglesia de San Lorenzo Mayor, la Iglesia del Carmen, el templo de la Piedad y la Cartuja de San Martín, del siglo XIV.

Además, son dignos de ver el Palacio Real, el Castillo Nuevo, que traslada al visitante hasta el medievo, el Castell Capuano y el Castell dell’Ovo, el verdadero símbolo de la ciudad. Situado sobre el golfo, su perímetro está rodeado en su mayoría por agua. Sorprende por su amplitud la plaza Plebiscito, con forma de elipse y compuesta por 38 columnas dóricas.

Aunque en cada rincón de Nápoles, más o  menos visible, se puede disfrutar de auténticas obras de arte, uno no puede abandonar la ciudad sin visitar el Museo Arqueológico Nacional, con una colección que incluye restos de Pompeya y Herculano, y el Palacio de Capodimonte, que acoge obras de Giovanni Bellini, Sandro Botticelli, Caravaggio, Goya, Tiziano...

También es posible descubrir las entrañas de la ciudad a través del entramado de galerías y catacumbas bajo las bulliciosas calles, un lugar subterráneo, tranquilo y enigmático, donde se escondieron santos perseguidos en la época romana.

Lejos del ruido y el caos

Alejados del bullicio de Nápoles, dos lugares muy diferentes. Uno, Pompeya, lleno de historia y símbolo de la fuerza destructora del Vesubio. El otro, la isla de Capri, donde disfrutar de aguas turquesas y grutas escondidas.

La ciudad de la antigua Roma, Pompeya, fue enterrada tras una violenta erupción el 24 de agosto del año 79 d.C. La ciudad quedó enterrada bajo capas de cenizas y no fue redescubierta hasta 1748. A medida que se fue excavando se fueron recuperando utensilios de todo tipo, mosaicos y cuerpos perfectamente conservados. Pasear por sus calles empedradas y visitar casas y lugares públicos de la  época, permite conocer en profundidad hasta el más mínimo detalle de la vida diaria de aquel entonces. El foro, el anfiteatro, el teatro grande y el teatro pequeño, y templos son algunos de los espacios públicos que se ha recuperado casi intactos.

Por su parte, en la isla de Capri, que fue lugar de vacaciones de importantes personalidades en la época del Imperio Romano, se respira la tranquilidad perdida en Nápoles. Dos son las localidades que componen esta isla: Capri y Anacapri. Ya sea rodeando la isla en una pequeña embarcación o disfrutando de un tranquilo paseo a través de un camino panorámico, lo que más llama la atención son los enormes macizos calizos y las villas que salpican su montaña. Una de las imágenes más espectaculares es la ofrecida por un impresionante arco natural formado por la propia erosión del mar. En la zona de Anacapri, y siempre con permiso de las mareas, la Gruta Azul atrae a numerosos visitantes cada año.

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