El efecto sorpresa envolverá el CTTA de la UVA, un caparazón traslúcido transformado en "luciérnaga" por la noche

El arquitecto Rodrigo Almonacid conjuga ecología y economía para diseñar un edificio versátil e inteligente que perdure en el tiempo
El arquitecto Rodrigo Almonacid
El arquitecto Rodrigo Almonacid
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El arquitecto Rodrigo Almonacid

Igual que el botón que esconde el sastre entre los pliegues de una chaqueta, el arquitecto Rodrigo Almonacid Canseco ha diseñado un edificio que sólo se puede descubrir entrando en él y 'callejeando' por sus pasillos. Se trata del Centro de Transferencia de Tecnologías Aplicadas (CTTA) de la Universidad de Valladolid (UVA), la futura sede de la Fundación Parque Científico y primera residencia de empresas nacidas en el seno de la Institución académica.

El inmueble, que la constructora Dragados tendrá listo en noviembre, se presenta a primera vista como un caparazón traslúcido que recuerda en cierto modo a la "ligereza" de los invernaderos y jardines botánicos que inspiraron el proyecto antes de evolucionar hacia el diseño definitivo.

Por la noche, la luz interior de sus dependencias lo transformará en una "luciérnaga" que iluminará los aledaños del Campus y se hará visible a los vehículos de la autovía. Sin embargo, en su interior "nada convencional" se juega con el efecto sorpresa, se motiva a sus ocupantes a moverse por él para no descubrir todo a la primera.

Así lo explica a Europa Press el propio Almonacid, quien añade que para lograr este efecto su equipo decidió invertir el proceso, ubicar las oficinas en el centro del edificio y crear pasillos periféricos, aunque para ello tuviera que renunciar a la luz natural directa.

Según este antiguo alumno de la UVA y actual profesor del centro, el que los espacios de circulación se encuentren en contacto inmediato con el exterior favorece unidades de trabajo más privadas y un clima cálido y agradable.

Con esta intención precisamente, el armazón del inmueble se fabricará con celdas de policarbonato celular, un material plástico transparente muy utilizado en lucernarios y patios, que permitirá que la luz traspase a los despachos a través de sus paredes acristaladas.

El efecto sorpresa no obstante no queda sólo ahí, afecta también a aseos y escaleras, que se esconden tras los muros de dos núcleos de hormigón a ambos extremos de esta construcción. Vistos desde fuera, estos enormes bloques negros ofrecen sensación de opacidad, y es que las ventanas sólo se ven una vez que el usuario accede a este edificio de tres alturas.

"Estéticamente hemos intentado que no se vea ninguna ventana para generar curiosidad en aquel que lo observa desde lejos, siempre intentamos crear un efecto de sorpresa e ideas abstractas. Inicialmente es menos digerible para el público pero una vez que lo descubres te das cuenta de que tiene sentido, tampoco hay necesidad de hacer visible una ventana si ésta puede ser más privada", explica Almonacid, quien confiesa su predilección por aquellos inmuebles en los que uno se puede perder sin molestar a nadie.

De esta manera se consigue además la limpieza y la sobriedad que caracteriza a su equipo, cuyas señas de distinción son, como dice Almonacid, la honradez y las obras bien hechas, que no desblumbren y tengan en cuenta "el día de mañana del edificio".

Instalaciones inteligentes

El estudio de este arquitecto pretende que los ocupantes del futuro CTTA de la Universidad, que se extenderá por una superficie construida de 5.486 metros, gocen del mejor clima y el mejor confort y por ello ha ideado unas instalaciones gobernadas por una cierta inteligencia.

Se trata de que el inmueble gestione por sí mismo, por ejemplo, la apertura de las ventanas y de que el usuario no tenga por tanto que preocuparse por ello. "Se pretende que el edificio se adapte al ocupante", señala Almonacid, quien aclara que en todo momento se ha considerado que la población del mismo será "flotante y nómada".

Por eso, la calefacción sólo funcionará en aquellas salas que estén ocupadas y se ha tenido en cuenta —a la hora de elegir los materiales de construcción— la amplia gama de cuasiempresas, spin-off y empresas externas que podrían establecerse en ella.

Responsabilidad en el consumo

Estas instalaciones inteligentes favorecerán el consumo responsable de energía, otra de las características de este estudio radicado en Valladolid. El ejemplo más evidente es de nuevo el plástico de la fachada, "un abrigo muy barato" que atrapa el aire y aísla y permite el paso del doble de luz que en una vivienda convencional, según asegura Almonacid.

Asimismo, en la cubierta y el sótano el aislamiento "es máximo" para reducir el gasto en electricidad. "La sostenibilidad está en todos nuestros proyectos, de principio a fin. Eso supone un gasto inicial importante pero a la larga te lo ahorras, yo no me creo la ecología sin la economía", destaca, al tiempo que apunta con orgullo que el futuro Centro de Transferencia ha alcanzado la calificación 'C' en sostenibilidad, una nota más que "meritoria".

En este sentido, añade además que el coste del metro cuadrado de esta construcción no superará los 900 euros, cuando el precio del metro de una VPO ronda los 800. En total, el presupuesto de este inmueble es de 4.982.743 euros, que serán financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

Rodrigo Almonacid, turolense afincado en Valladolid desde 1985, trabaja en su despacho con otros dos arquitectos, con los que ha asumido proyectos como la reforma del tanatorio San José de la capital o las oficinas de la empresa Divisa Red, aunque ha participado en múltiples concursos en la provincia en su afán por "aportar todo lo posible" a esta tierra.

"Creo en ello, siento la necesidad de hacer algo bueno aquí", apunta a la vez que se muestra satisfecho por haber conseguido el hasta ahora proyecto estrella de su carrera.

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