Sicilia, una isla envuelta de historia y leyenda

  • El conjunto de templos griegos de Agrigento es el mejor conservado del mundo.
  • Catania ha sido arrasada por terremotos y erupciones hasta en siete ocasiones.
  • Vulcano da la bienvenida al visitante con un penetrante olor a azufre.
Al sur de la isla, se encuentra el Valle de los Templos de Agrigento.
Al sur de la isla, se encuentra el Valle de los Templos de Agrigento.
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Al sur de la isla, se encuentra el Valle de los Templos de Agrigento.

La isla más grande del Mar Mediterráneo, Sicilia, es una región marcada por su carácter montañoso y por la actividad de sus volcanes (Etna, Vulcano y Stromboli). Sus pronunciados acantilados contrastan con sus amplios arenales, pero toda ella se encuentra salpicada de restos dejados por aquéllos que la dominaron.

Su capital, Palermo, está concebida para callejear, para ir descubriendo los vestigios de sus diferentes pobladores. Sus calles no son amplias u ordenadas, pero están llenas de vida. La mezquita arabo-normanda San Giovanni degli Eremiti, la catedral, la capilla palatina del Palacio Normando y la plaza de Quattro Canti son algunos de los ejemplos de la huella que en ella dejaron árabes, normandos, romanos... La Via Vittorio Emanuelle es la principal arteria de la ciudad. En ella fue levantada en 1460 la Porta Nuova.

A unos once kilómetros de la capital, se encuentra el máximo exponente del arte arabo-normando en la isla, la catedral de Monreale.

Al este de Palermo, la estampa marinera de Cefalú se completa con los siete farallones que, según cuenta la leyenda, son los cuerpos de siete hermanos, petrificados cuando fueron a ayudar a una  mujer.

Sobre el Monte San Giuliano, en la parte occidental de la isla, se llega, ya sea en coche o funicular, a Erice. Sus calles empinadas y empedradas están envueltas de ese halo de misticismo que respiraba hace siglos, cuando su castillo era lugar de culto a las diosas del amor y la fertilidad.

Al sur de la isla, se encuentra el Valle de los Templos de Agrigento, el conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo. En determinadas épocas la afluencia de turistas puede parecer excesiva, aunque merece la pena disfrutar del paisaje de almendros florecidos.

Rumbo al este

En la costa oriental de Sicilia, Siracusa ha sabido mantener su identidad, a pesar del turismo. La península de la Ortigia, donde los corintios comenzaron a levantar la ciudad, mantiene su entramado de callejuelas, plazas y patios. Y para perderse, los laberintos de las Catacumbas de San Giovanni. Más tranquila resulta la visita a la Piazza del Duomo.

Siguiendo hacia el norte se llega a la segunda ciudad de Sicilia, Catania, observada de cerca por el Etna. Catania ha tenido que hacer frente a lo largo de su historia a terremotos y erupciones que han asolado la ciudad hasta en siete ocasiones. Fundada por los griegos, el anfiteatro es visita obligada, así como la catedral, los jardines de Bellini o alguno de sus mercados.

Y aunque ahora Taormina está lejos de ser esa ciudad tranquila donde se relajaban personajes como Truman Capote, Dalí y Cary Grant, lo cierto es que sigue siendo una de las grandes joyas sicilianas. Sin duda, hay que disfrutar de las hermosas panorámicas desde el teatro griego.

Etna, Vulcano y Stromboli

Una amplia extensión al este de Sicilia es ocupada por el Etna, el volcán activo más grande de Europa, y que sólo hace unas semanas volvió a rugir. Llama la atención que después de cada erupción, la montaña experimenta cambios, hasta el punto que ahora es más baja que hace más de siglo y medio. Su ascenso es toda una aventura, a la que hay que ir preparados y bien informados. Al alcanzar el borde del cráter la imagen es asombrosa: tres inmensos cráteres humeantes.

La mitología vuelve a hacer acto de presencia al hablar de Vulcano, una de las siete islas del archipiélago de las Islas Eolias: se dice que el dios del fuego Vulcano tenía ahí su fragua. Un penetrante olor a azufre da la bienvenida al visitante, que una vez en la cumbre del volcán disfrutará de   vistas sobre el conjunto de las islas y del vapor que emana de su suelo.

Además de sus playas de aguas calientes, muchos son los turistas que, sin importarles el olor del azufre que se les queda impregnado, se dan terapéuticos baños en los lodos de fango. Stromboli, otra de las islas de este archipiélago, alberga al volcán de mismo nombre. Con una altura real de 2.000 metros, sólo 924 se elevan sobre el nivel del mar. Su ascenso no es fácil y las pequeñas erupciones son algo frecuente, por lo que hay que ser cuidadosos y seguir  las indicaciones de los guías.

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