Batalla de rimas poéticas

  • Espectáculo, talento, habilidad y algún verso ingenioso: así es el 'slam poetry'.
  • Es una manera de darle una buena vuelta a la tradicional poesía oral y un movimiento que empieza a afianzarse en nuestro país.
Algunos slammers habituales, fotografiados en una de las sesiones de slam que tienen lugar en el madrileño Café Libertad.
Algunos slammers habituales, fotografiados en una de las sesiones de slam que tienen lugar en el madrileño Café Libertad.
Jorge París
Algunos slammers habituales, fotografiados en una de las sesiones de slam que tienen lugar en el madrileño Café Libertad.

50% interpretación, 50% poesía. Así se plantean las competiciones poéticas, más conocidas como slam poetry, que poco a poco van haciendo su entrada en España.

Madrid, Barcelona y Jaén ya cuentan con locales donde de manera habitual tienen lugar, y otras ciudades, como Girona y Mallorca, celebran también encuentros con cierta frecuencia. Este año, además, Kosmopolis, que se celebrará en marzo, albergará el primer campeonato nacional de slam. Un escenario ya conocido para los slammers, ya que fue el primer espacio que albergó este arte en el año 2006.

Las reglas en esto son claras: tres minutos (como un round de boxeo) tiene el poeta e intérprete (porque dotes de actor no les pueden faltar) para seducir al público y quedar por encima de los demás competidores. Algunos incluso le dan un punto rapero al asunto, aunque aquí la batalla ni es de gallos ni es al tiempo, frente a frente, sino uno a uno.

Los poemas han de ser siempre propios, pueden decirse en cualquier idioma y con el papel delante o el contenido bien memorizado o incluso improvisado (esto queda a elección y bajo el talento del concursante) y está prohibido valerse de objetos, sólo su cuerpo y sus manos les pueden ayudar a representar. Tampoco están permitidos los disfraces.

El público abuchea, aplaude, suspira…, en definitiva, expresa su agrado o su repudia al slammer y en directo; es parte del juego. Y, al final, votarán, dejando claro quién es el verdadero rey, al menos de esa noche y ese local. Aquí el miedo escénico no tiene ni un milímetro de espacio.

El sentido es precisamente el contrario. Sin pudor y sin la retórica de tantos recitales poéticos (ellos luchan precisamente contra esto), aquí la naturalidad tiene un alto precio. Puede que el que gane no sea el mejor poema, el que se alce con la victoria será el que mejor combine el verso con el dibujo que de ello haga su cuerpo, su voz, su talento.

Todo esto tiene sus riesgos, claro, porque darle tanto papel al público puede hacer que el competidor tenga que vérselas con una lluvia de abucheos. Y, sin embargo, o eso cuentan los slammers con los que hablamos en una de sus jornadas poéticas en el madrileño Café Libertad, también su gancho: quienes lo practican, repiten, y algunos se han convertido en verdaderas estrellas.

Es el caso de Dani Orviz, un joven (la mayoría lo son, aunque no hay límites en este sentido) que lo gana casi todo, y a quien sus propios competidores señalan como el mejor. Arantxa Otero, Aaron Coleman, Silvia Nieva, Sebastián López o Yanito de la Muerte son algunos de los que charlan con nosotros antes de subirse al escenario y separarse totalmente de sus profesiones habituales.

Tres minutos para ser otro

Quizá eso tenga tanto que ver con la magia que ellos aseguran vivir: durante este tiempo se transforman y se alejan de quienes son en su vida diaria. Y de ese viaje apenas queda constancia, ya que ni libros ni cámaras..., apenas nada más que un público entregado a esta especie de aparte poético y dramático. Otros de los nombres que más suenan en este género nacido en América en los años ochenta son El Chojín y Payaso Manchego.

Y una de las grandes ventajas de estas batallas poéticas es la posibilidad de expresar lo escrito a gran velocidad, y así no tener que esperar a que un editor publique tu libro de poemas, si es que eso ocurre. Además, hay quienes ni se consideran poetas ni tienen ganas de publicar, lo hacen simplemente porque lo probaron y se engancharon.

Ha tardado más de veinte años en llegar a España, pero al final el slam lo ha logrado y promete dar guerra al sentido más tradicional de la poesía.

Un auténtico festín literario

La fiesta laboratorio en la que la literatura tiene todas las posibilidades de ensayo y expresión, llamada Kosmopolis, se celebrará del 24 al 26 de marzo en Barcelona. Y será en ella donde tendrá lugar el primer campeonato nacional que de slam poetry tenemos en España. Algunos de los grandes nombres de las letras que darán cartel al festival serán, entre otros, Alessandro Baricco, Ian McEwan, Manuel Vicent, Claudio Magris, Enrique Vila-Matas, Joan Margarit y Janne Teller.

Así nació el 'slam poetry'

  • El inicio: Chicago está considerada la cuna del slam poetry, el lugar donde a mediados de los años ochenta se fraguó esta nueva manera de entender e interpretar la poesía oral. Concretamente en un club de jazz situado al noroeste de la ciudad.
  • El fundador: A Marc Kelly Smith se atribuyen los inicios del slam poetry. Fueron él y sus seguidores quienes, en el citado club de Chicago, pusieron las reglas del slam; las mismas que hoy siguen conformándolo.
  • El éxito: Ya había en EE UU campeonatos nacionales a finales de los ochenta. Su éxito fue así considerablemente rápido. Las ciudades donde más seguidores tenía entonces: San Francisco y Nueva York.
  • La llegada a Europa: Veinte años después de su nacimiento, había enamorado a media Europa.
Mostrar comentarios

Códigos Descuento