No extraña verla feliz: Laia Marull es candidata por tercera vez a los Premios Goya, y las dos veces anteriores ganó. Ahora quiere volver a lograrlo gracias a su papel en Pa negre.

Dos Goyas y va a por el tercero... ¿Qué hace con ellos?

Algo típico: guardarlos en una estantería. Eso sí, enfrentados, a ver qué se dicen y esperando que acepten otro.

¿Usted tiene esperanzas?

Sí, y que no se pierdan. Este año va a ser muy bonito: el Teatro Real es muy especial, y las otras tres finalistas (Terele Pávez por Balada triste, Ana Wagener por Biutiful y Pilar López de Ayala por Lope) me encantan.

Su papel en Pa negre es tremendo: ¿qué pensó cuando le llegó el guión?

Me acojoné, porque ese tipo de papeles son un arma de doble filo: son un bombón, pero también suponen el reto de estar siempre al límite.

¿Pensó en el rodaje que aspirarían a catorce Goyas?

No, pero sí veía que con un director como Villaronga, con tanta personalidad y autoría, teníamos mucho ganado. Como actriz estás más tranquila: sabes que él creará un mundo a tu alrededor y tú no te sentirás sola.

Y después, el éxito en Donosti...

Me sentía mal, porque reconozco que el personaje me daba un poco de miedo, pero en cuanto vi la película en un pase privado me di cuenta de que era tonta: participar en Pa negre era un lujo.

Sin embargo, el público sigue sin responder a esos lujos...

Nos estamos acostumbrando a que el cine español pase a toda velocidad por las pantallas, y hay que luchar contra ello. Quiero que la gente vaya al cine: está muy bien ver películas en casa, pero se pierde toda la gracia. Ir al cine es un lujazo.

¿Puede recomendar alguna película española de este año?

La mosquitera, por especial y atrevida: la echo en falta en más candidaturas.

¿Y después de Pa negre, qué?

Trabajo, pero el justo. Me gusta trabajar poco, así que encantada.

BIOGRAFÍA: Nació en Barcelona en 1973. Tiene dos Goyas: revelación por Fugitivos y protagonista por Te doy mis ojos.