El acusado del robo con violencia de 412.000 euros en un chaletalet de Gajano ha asegurado que obtuvo parte del dinero, que destinó a la compra de un coche, de los regalos que le dieron los familiares e invitados de una boda por el rito gitano, en las que las cantidades que se aportan suelen ser elevadas.

El vehículo, un BMW de segunda mano, costó 16.000 euros que se pagaron en el momento y en billetes de 500 euros. El acusado lo puso a nombre de su hijo, de dos años de edad. Ni él ni su mujer tenían en ese momento carné de conducir, ha dicho.

El resto del dinero no apareció, aunque en el domicilio del procesado se encontraron dos televisores de gama alta y ropa de marca con etiquetas pero "de hace dos temporadas", según ha precisado el acusado, quien ha enfatizado que todos los objetos hallados en su domicilio estaban usados y los tenía desde antes de que se produjera el robo.

Pese a que A.J.M.S. ha negado su presencia en el lugar de los hechos el día en que estos se produjeron —el 27 de mayo de 2009—, la víctima del robo, que además fue agredida y atada, le ha reconocido "sin ninguna duda" durante el juicio en la Audiencia de Cantabria, y un testigo le identificó en una rueda de reconocimiento.

La víctima del robo es un empresario de la zona de Gajano y ha explicado que los 412.000 euros que tenía guardados en una caja fuerte en su vivienda particular procedían, entre otros orígenes, de un crédito bancario cuyas condiciones estaba negociando y que iba a destinar al pago de proveedores.

El acusado se enfrenta a una petición de penas de seis años de prisión por parte del Ministerio Fiscal por un delito de robo en concurso con el de detención ilegal, además de una multa de 720 euros y la indemnización con 412.000 euros al afectado.

La acusación particular eleva su petición a diez años: cinco por robo con violencia e intimidación, y otros cinco por la detención ilegal, con el agravante de abuso de superioridad, junto a una multa de 1.800 euros y la indemnización en la cantidad sustraída más los gastos de asistencia médica, cifrados en 884,34 euros.

Mientras, su defensa plantea la libre absolución y, en todo caso, que se considere como circunstancia atenuante el abuso que hacía el procesado de sustancias tóxicas, ya que A.J.M.S. ha reconocido que era consumidor de heroína y que ahora se encuentra sometido a tratamiento de desintoxicación.

El robo

La víctima ha relatado como esa noche salió de su chalet a dar de comer al perro, y que ya en ese momento vio un coche negro en la calle, con varias personas en su interior, una de ellas que llevaba un chandal con capucha, en una atuendo que "no era muy normal".

Este hombre se marchó y luego regresó, hasta el punto de que ambos se cruzaron. En un momento dado, tanto esta persona como sus dos acompañantes entraron en la finca y se identificaron como policías que "estaban vigilando a unos gitanos" por temas de drogas, pidiéndole entrar en su domicilio.

El hombre del chandal, que iba "a cara descubierta", llevaba puestas gafas de sol y los otros dos estaban "enmascarados". La víctima del robo les pidió que salieran de su propiedad, y entonces fue cuando ellos se negaron y le llevaron por la fuerza al interior del chalet, donde le empujaron contra el sofá y le dieron un puñetazo.

El que iba "a cara descubierta" llevaba una pistola en la mano, y los otros, cuchillos. Le golpearon en la cara, haciéndole una brecha, y luego le tumbaron sobre la cama, y le ataron para que no se moviera con los cinturones que había en su armario.

Durante el juicio, el denunciante ha reconocido "sin ningún género de duda" a su asaltante, el único procesado por la causa ya que los otros dos no pudieron ser identificados. Lo ha hecho a través de una rendija en el biombo que les separaba a ambos.

Los asaltantes consiguieron "lo que querían", la llave de la caja fuerte. En su interior había 412.000 euros: 200.000 eran suyos —que iba a dedicar a una obra en otra de sus propiedades—, 42.000 de su pareja —que lo iba a destinar a la compra de un vehículo—, 20.000 del cobro de unos dividendos por parte de su madre —socia en una de las mercantiles de la víctima— y 150.000 estaban relacionadas con la actividad empresarial.

Procedían de un crédito cuyas condiciones estaba renegociando para el pago de proveedores, y que no había ingresado para evitar que fuera cobrado antes de conocerse los resultados de esa negociación.

Enfrente, en el exterior de una ganadería, un testigo vio marcharse de la zona de los chalets y a "gran velocidad" a un Volskwagen Passat negro. Otro testigo contó en su día lo mismo, que vio a un Passat "oscuro tirando a negro" marcharse rápido, y posteriormente identificó en una rueda de reconocimiento al acusado, el hombre de las gafas de sol.

Como consecuencia del robo, el denunciante ha narrado que tuvo que poner la casa en venta, como sigue en la actualidad, y ha tenido que "buscar" fórmulas para reponer el dinero de la empresa, junto a las secuelas psicológicas que le dejó el incidente.

Celebración del juicio

La vista en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial se ha celebrado sin que comparecieran varios testigos: uno había fallecido recientemente y se recurrió a leer la declaración que en su día se hizo, otro no compareció por enfermedad, y uno de los agentes de la Guardia Civil por estar jubilado. Tampoco apareció uno de los forenses y se dio por ratificado su informe.

Además, se citó como testigos por parte de la defensa a los demás integrantes de la rueda de reconocimiento. El magistrado de la Audiencia explicó que no pueden ser interrogados como testigos, por lo que se les invitó a entrar, a efectos de que se les viera.

El juicio ha sido presenciado por alumnos del colegio Compañía de María (La Enseñanza) de Santander, dentro del programa del Tribunal de Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) 'Educando en Justicia', que pretende difundir entre los escolares el funcionamiento de la Administración de Justicia.