La revolución social que se vive en el mundo árabe: jóvenes, islam, Internet y democracia

  • La chispa prendió en Túnez y los levantamientos se extienden de Argelia a Yemen.
  • Los instigadores: jóvenes con pocas expectativas laborales, cansados del nepotismo de unos oligarcas que se han apoltronado en la sillas presidenciales.
  • ¿Qué demandan? Apertura democrática, oportunidades  y libertad de información.
Imagen de archivo de tunecinos protestando contra el Gobierno de transición tunecino.
Imagen de archivo de tunecinos protestando contra el Gobierno de transición tunecino.
Robert Ghement / EFE
Imagen de archivo de tunecinos protestando contra el Gobierno de transición tunecino.

En las muertes de los jóvenes Mohammed Bouazizi y Khaled Said están las claves de la revolución que vive ahora el mundo árabe: una serie de revueltas populares, principalmente juveniles, que se repiten desde diciembre en distintos países árabes y que han conseguido incluso derrocar a un presidente que llevaba 20 años en el poder en Túnez.

Said fue apaleado hasta morir en la puerta de un cibercafé tras intentar subir a YouTube un vídeo sobre corrupción policial egipcia. Bouazizi se inmoló en Túnez después de que la Policía le requisara las verduras que iba a vender en un puesto ambulante.

Ambos eran jóvenes, protestaban por las injusticias y clamaban por un futuro mejor. Ellos no lo verán, pero sus muertes encendieron la mecha de la juventud árabe. Una juventud muy populosa -sólo en Túnez los menores de 30 años suponen el 52% de la población- cada vez más formada y ávida de cambios democráticos y de libertad de información. Una juventud que vive en el islam sin fanatismos y que está cansada de ver que los hombres que rigen sus países son los mismos que cuando nacieron.

Una juventud desencantada

El Magreb lleva años notando esta inquietud juvenil, la de una generación abierta al mundo que pide paso y exige mayor capacidad de decisión. La crisis económica y sus difíciles perspectivas laborales han radicalizado sus visiones políticas. Y han usado las redes sociales, cada vez más populares a pesar de las censuras, para su organización interna y la movilización de masas. Sin Internet no se entiende la explosión de manifestaciones y protestas simultáneas que han vivido en el último mes Túnez, Argelia, Libia, Egipto, Jodania o Yemen.

El éxito de la revuelta contra el régimen autoritario, controlador y corrupto de Ben Alí en Túnez, que acabó derrocando al Gobierno, es lo que ha dado alas a los jóvenes de los países cercanos, siendo Egipto el que ahora mismo vive las protestas más multitudinarias, esta vez contra Hosni Mubarak, en el Gobierno desde 1981.

En Egipto se ha vivido este viernes otra jornada de intensas movilizaciones populares callejeras, que han concluido con el anuncio de la disolución del Gobierno por parte del presidente Mubarak.

¿Peligro de contagio?

En Yemen también ha cundido el ejemplo tunecino. Decenas de miles de personas convocadas por los principales partidos de la oposición yemení se concentraban este jueves en cuatro puntos de la capital para pedir que el presidente del país, AliSaleh Abdalá, no se presente a una nueva reelección. Abdalá lleva 30 años en el poder.

Protestas menores, pero que han supuesto ya varios muertos por el método de la inmolación han llegado también a Argelia, Libia o Jordania. Ni Marruecos se ha librado. Ya van cuatro inmolaciones esta semana. Para evitar que se recrudezcan aquí las protestas, el régimen de Mohamed VI ha puesto sobre la mesa una proposición de abaratar los alimentos de primera necesidad y una subvención a los hidrocarburos.

¿Y cómo está reaccionando ante estas movilizaciones la comunidad internacional? El vecino Israel está preocupado por los sucesos de Egipto. Temen que el derrocamiento de Mubarak traiga inestabilidad geoestratégica a la zona, no en vano es uno de sus principales aliados. Sin embargo, el Gobierno israelí ha declarado su convencimiento de que en Egipto no ocurrirá lo mismo que en Túnez, que Mubarak logrará doblegar las protestas.

La mayoría de los Gobiernos de Occidente ve con buenos ojos unas protestas que consideran una  aperturismo hacia sistemas más democráticos. Les gusta que no estén marcados por el fanatismo islamista, y todo pese a que durante años han apoyado a unos gobiernos que ahora se muestran como dictaduras disfrazadas.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento