A través del servicio municipal de renuncia de vehículos, los conductores zaragozanos retiran de la circulación una media de 80 coches cada mes, vehículos a los que renuncian porque prefieren convertirlos en chatarra antes que dejarlos abandonados en la calle o seguir pagando el impuesto de circulación para no utilizarlos.

Se trata, por lo general, de vehículos antiguos por los que hay que pagar una tasa municipal de 20,5 euros anuales y que representan en torno al 1% del parque móvil de Zaragoza, que tiene en circulación unos 313.000 coches.

Para reciclar

Con una visita al depósito de vehículos municipal, en la carretera de Castellón, se puede zanjar el problema. Allí hay que presentar la documentación del vehí- culo, acreditar la titularidad y firmar un documento de renuncia. Después, es el propio consistorio quien se hace cargo de todo lo demás: tramitar la baja del impuesto de circulación, hacer las gestiones en Tráfico (ir por libre cuesta 7,20 euros) y, si es necesario, retirar el vehículo de la calle mediante una grúa municipal y llevarlo al depósito.

Cada mes, los coches que llegan hasta el depósito municipal se destruyen para convertirlos en chatarra.

No soluciona la saturación

El sistema de retirada de vehículos no soluciona la congestión del tráfico en las calles de Zaragoza, por las que cada vez circulan más coches nuevos. El mes pasado, los zaragozanos matricularon un total de 1.649 vehículos, lo que equivale a decir que llegaron más de 20 coches por cada uno de los que se enviaron al depósito de la carretera de Castellón. Con estas cuentas, serían necesarios casi dos años de reciclaje de automóviles para compensar los que llegan en un solo mes a la ciudad. Con una media de algo más de un coche por cada dos habitantes, conducir y aparcar por las calles zaragozanas se convierte a menudo en una tarea bastante complicada.