El modelo europeo «requiere más trabajo y coordinación», explica Yolanda Doménech, subdirectora de la escuela de trabajo social. «Pero es un reto que, a priori, ha mejorado los resultados académicos de los alumnos. Ha disminuido el número de no presentados, han aumentado las buenas notas y las notas altas, como notables y sobresalientes».
A falta de la definición oficial que reagrupe los títulos europeos y que especificará cómo se llaman estas carreras, lo que deberá aprobar el Ministerio de Educación antes de 2010, estos trabajadores sociales tendrán total movilidad profesional por Europa.
Evaluación continua
Los tres cursos se han adaptado, de manera gradual, al modelo con menos clases teóricas y mayor protagonismo de los estudiantes.
Según Doménech, «cambia la metodología y el alumno tiene que acudir a tutorías, supervisiones y trabajos en equipo. Hay menos clases, pero aumenta el trabajo. La planificación de los estudios gira en torno al trabajo que realiza el alumno fuera del aula y el sistema de evaluación es continuo, en lugar de jugárselo todo en los exámenes».
A pesar de que tienen que trabajar más, los estudiantes de tercero aseguran estar muy satisfechos, ya que absorben más conocimientos prácticos, lo que les obliga a llevar los estudios y trabajos al día.
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