Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.

Con ‘Una pistola en cada mano’ el director repite la fórmula de ‘En la ciudad’ y consigue hacernos reír con las miserias de unos cuantos hombres en momentos bajos. Sobre todo a nosotras.
Por ANDREA G. BERMEJO
Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.
Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.
Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.

Uno se pregunta si la cuadrilla de Cesc Gay ha dejado de invitarlo a las cenas de amigos. Es una constante en su cine –ocurre, por ejemplo, en la magnífica En la ciudad– que sus personajes, después de hacer y deshacer por la ciudad de Barcelona, se reúnen todos en casa de uno de ellos a cenar o merendar y a no contarse todo lo que los espectadores hemos visto que les sucedía durante el metraje. Es fácil imaginarse al director de Krámpack o Ficció cocinando para sus amigos y anotando entre el primer y segundo plato sus historias como apuntes para una próxima película. En Una pistola en cada mano, repite fórmula: repartazo (Luis Tosar, Ricardo Darín, Candela Peña, Eduardo Noriega, Eduard Fernández, Javier Cámara…), Ciudad Condal y pequeñas tragedias urbanitas. Sólo que éstas te harán reír.

¿Te siguen invitando tus amigos a cenar o tienen miedo de que aproveches para recopilar material?

¿Por qué? [Se ríe] Sí que es verdad. En la ciudad también acababa con todo el reparto reunido. De hecho, algunas de las historias de Una pistola en cada mano nacieron del momento de escritura de En la ciudad.

Entonces… ¿el guión surge de ideas sueltas que tenías en un cajón?

No, el guión surge de que me apetecía hacer algo puramente de actores y de momentos casuales. Casi todas las escenas son de situaciones imprevistas. Hay algo de estos momentos que me gusta mucho. Me encanta Paul Auster, la gente que trabaja con el azar, con la casualidad. Entonces pensé en hacer algo de actores, donde el diálogo fuera fundamental y no hubiese elipsis, que se pudiese a defender en 20 o 25 minutos. Supongo que eran las ganas que tenía de ese tipo de escritura y del trabajo con los actores, muy intenso, dos o tres días de rodaje y ya está. Me gusta mucho el relato corto.

¿Cómo ha sido el rodaje?

El rodaje ha sido muy espaciado, entre noviembre y junio de este año. He trabajado como un músico que va componiendo canciones. He rodado una historia al mes. Me acomodaba a los actores, no vas a juntar a un cásting así en cinco semanas. Y además, me permitía algo muy agradable, que era rodar una escena y parar, rodar y parar. Eso ha sido muy gratificante. He dormido más y he comido mejor. Me he concentrado mucho más.

¿Una pistola en cada mano es una película sobre hombres para mujeres?

Supongo que porque ver a un grupo de hombres en momentos bajos, delicados o cutres siempre os puede dar un morbo añadido, lo cual me parece estupendo. No lo he hecho con esa intención pero tenía ganas de hacer autocrítica, crítica a los tíos. Me parece que, en general, somos causantes de bastantes problemas, que complicamos más las cosas que las mujeres, pero nunca lo admitimos… Como mandamos, en el fondo, hay un círculo extraño en esta relación. Cuando me senté a escribir hicimos una lista de cosas sobre los hombres: por ejemplo, cuando el personaje de Luis [Tosar] se aleja y dice: “A los hombres no les gusta perder”, eso es fundamental, toda esa historia se estructura desde ahí. El orgullo masculino, la incapacidad de dejarse ayudar, la incomunicación, todo eso forma parte de nuestro ADN. Y cada una de las escenas de la película se estructura en torno a una de esas ideas esenciales.

Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.

Pero los personajes femeninos de la película [Candela Peña, Clara Segura, Cayetana Guillén Cuervo] no están perdidos…

Ellas están construidas desde el contrapunto de ellos. Son maternales. Yo les decía a las actrices que no entrasen a discutir, que estaban por encima de ellos. Sois como le habla una madre a un niño, porque eso nos humilla más. Aquí no hay conflicto de pareja, vosotras estáis por encima. Ésa es, me parece, una de las grandes virtudes de la mujer. La generosidad instintiva.

Es como si donde acabase Ficció, empezase esta película. Es optimista para la mujer, como si el tiempo jugase a nuestro favor.

Rompiendo una lanza a favor de los chicos… Los hombres estamos muy descolocados en este lugar en que tenemos que ser muy chulos, muy guays, pero también muy sensibles en relación a vosotras. Pero también creo que estamos en un lugar más transparente y más sano. La película también tiene esto, ellos se cuentan, hablan, en su tono, pero se dejan ir.

¿Y el título?

Estaba escribiendo la historia de Candela Peña y me salió esa frase y me gustó mucho. Pensé esto es un título, parece una película de Clint Eastwood. Tiene que ver con el western, con el hombre… Hay algo masculino… Pensé que igual engañaba a alguien que se metía en el cine pensando que era una peli del oeste. Y luego, tenía un poster de John Wayne siempre presidiendo que me guió un poco en la escritura… Se juntó la pistola, John Wayne y que sonaba bien.

Vienes de hacer dos películas mucho más artificiosas, metarreferenciales. En ésta, sin embargo, vuelves a la esencia: diálogos e interpretación.

Yo creo que ésta es mi película más desnuda, más sencilla. Para lo bueno y para lo malo. Javier Cámara decía que se sentía como un funambulista muy poco arropado. Era el reto, sentirnos muy desnudos…

También tiras más hacia la comedia…

Yo siempre intento hacer comedias, lo que pasa es que nunca me salen. Ya lo intenté en En la ciudad y mira cómo acabaron todos [Se ríe]. Pero es verdad, con Eduard Fernández, que es un actor de comedia totalmente desaprovechado, en En la ciudad, tenía que tirar de él. Así que esta vez le dije, “te voy a construir un personaje que relativice y tire hacia la comedia”.

Entonces lo tuyo es un intento reiterado de hacer comedia y tomarte la vida con humor…

Claro. Y más ahora. Hacen falta las comedias. El humor es lo que nos diferencia de los animales. Me parece que está poco valorado.

¿Cómo has conseguido reunir a ese repartazo?

Estaban todos en el paro [Se ríe]. Me mandaron un mail diciendo que estaban fatal. No… Ricardo [Darín] fue un atrevimiento. Siempre me ha gustado, como a mucha gente. Le mandamos el guión, le gustó y se apuntó. De pronto parecía que todo era posible. Pero es que a los actores les gusta mucho su trabajo, más que a la mayoría. Y yo me aprovecho de eso. Si tu les propones algo que les guste, se apasionan. A todos les ha pasado eso. Que este texto eran 20, 25 páginas de aquí te pillo aquí te mato, de un trabajo que no se parecía a sus otros trabajos, y le han tenido mucho respeto, no era fácil.

Cesc Gay: “Siempre intento hacer comedias pero nunca me salen”.
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