'Perdidos': La escotilla de Desmond se abrió hace 12 años

El estreno de la segunda temporada de 'Perdidos' resolvió el mayor giro de guion de la serie (hasta ese momento, claro) presentando a uno de sus personajes uñas
'Perdidos': La escotilla de Desmond se abrió hace 12 años
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'Perdidos': La escotilla de Desmond se abrió hace 12 años

"But you've gotta make your own kind of music, sing your own special song...". Es imposible leer estas palabras de la canción Make Your Own Kind of Music popularizada a finales de los 60 por Cass Elliot (de los Mamas & the Papas) sin dos respuestas mentales inmediatas: 1) tararear la pegadiza melodía durante las 48 horas siguientes; 2) recordar al bueno de Desmond Hume, el personaje con apellido ilustrado que interpretó Henry Ian Cusick en Perdidos. 

'Perdidos': La escotilla de Desmond se abrió hace 12 años

El 21 de septiembre de 2005 es cuando se emitió Man of Science, Man of Faith, el primer episodio de la segunda temporada de la serie creada por J. J. Abrams, Damon Lindelof Jeffrey Lieber. Con guion de Lindelof y dirección de Jack Bender, el primer espada detrás de las cámaras de Perdidos, este inicio de temporada llegó después de un largo verano tras el final de la tanda anterior de episodios.

Casi cuatro meses de hiato durante los que las teorías sobre qué diantres estaba sucediendo en la isla, qué era el humo negro, qué pintaban osos polares en Hawái, cuándo se le quitaría la cara de cordero degollado a Jack y mil otras cuestiones borbotearon en internet. Una era la más inmediata de todas: qué escondía esa misteriosa escotilla en medio de la nada que los protagonistas tardaron 25 episodios en abrir.

El cliffhanger de la primera temporada no pudo estar mejor medido: Jack (Matthew Fox) Locke (Terry O'Quinn) consiguieron por fin abrir la puerta de la escotilla. Los dejamos mirando con cara de pasmo hacia el interior, mientras la cámara bajaba indicando la profundidad tenebrosa de lo que acababan de destapar. PUM. Lost.

Cuatro meses después, y una base de seguidores aún mayor que ha tenido tiempo de ponerse al día, ven el primer episodio de la nueva temporada. Todo comienza como si fuera uno de los habituales flashbacks que puntúan la estructura narrativa de la serie. Suena Make Your Own Kind of Music. No vemos el rostro del protagonista que se levanta, comienza el día tecleando algo en el ordenador, hace ejercicio, se ducha, desayuna, se inyecta cosas con una pistola neumática... Lo típica rutina de cualquier persona.

Entonces, un temblor hace saltar el vinilo, cae polvo de las paredes y el juego con las expectativas que ha cocinado Lindelof se revela: esto no es un flashback fuera de la isla; estamos dentro de la escotilla, donde vive una persona (uno de los Otros, supuestamente), y está a punto de encontrarse, bien armado, con nuestros protagonistas, que siguen mirando al vacío tal y como los dejamos cuatro meses atrás. PUM. Lost.

Este primer capítulo de la segunda temporada puntúa muy alto en cualquier ranking de mejores momentos de Perdidos. La serie buscó en varias ocasiones replicar el efecto de su giro sorpresa: recuerda el inicio de la tercera temporada, con su propia canción oldie (Downtown) y presentación de Juliet (Elizabeth Mitchell), o la morrocotuda sorpresa del final de la cuarta temporada, que también se basaba en las expectativas del espectador veterano respecto a la narración habitual.

Pero creemos que la jugada nunca salió tan redonda como en esta ocasión, cuando en menos de cuatro minutos el universo de posibilidades de Perdidos se expandió de forma definitiva. Y ni siquiera es el momento más inolvidable que protagonizó Desmond Hume.

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