Gael García Bernal: "La felicidad de un país no se mide por el dato del PIB"

  • Es uno de los protagonistas de 'También la lluvia', lo último de Icíar Bollaín.
  • El largometraje que se estrenará el cinco de enero en cines.
Gael García Bernal.
Gael García Bernal.
Gael García Bernal.

Minúsculo y cordial, Bernal encarna a un director de cine en lo último de Icíar Bollaín, También la lluvia. Una película en la que se cruzan tres historias: un rodaje, la conquista de América y las consecuencias actuales del colonialismo.

¿Por qué esta película?

Porque era morbosa y divertida, me permitía burlarme de directores amigos y trabajar con Bollaín y Luis Tosar.

¿Cómo es También la lluvia?

Necesaria. Una de esas películas que te gusta hacer, y que al verla te provoca orgullo.

Dicen que el rodaje fue de todo menos sencillo...

Sí, pero me fascina Bolivia. Es un lugar especial: lo conocí hace diez años y pude reflexionar ahora sobre ese tiempo.

Encarna a un director: ¿a cuál le recordaba más?

Hay homenajes privados a muchos, cosas mías... Pero si tuviese que quedarme con dos, a Iñárritu y a Walter Salles.

Es la candidata española a los Oscar: ¿será una de las finalistas?

Ni depende de nosotros ni me quita el sueño, pero sería una sorpresa muy bonita poder ir a Los Ángeles y celebrarlo.

¿Qué enseña la película?

Que las banderas o pasaportes no significan mucho, pero son el comienzo de dramas. El conquistador que llega a América, el indígena sometido... Pueden encontrarse y cambiar sus papeles, porque son lo mismo. También he corroborado que, en el cine, todo depende del director.

¿Por eso a veces dirige?

Puede ser: el teatro es de los actores, y el cine, de los directores. Para mostrar mi punto de vista tengo que dirigir yo.

Parte del reparto no era profesional, ¿cómo lo llevó?

No hay diferencia. Todos los humanos actuamos: empezamos a hablar y a aprender por imitación. Por eso cualquiera puede ser actor: basta con un poco de sentido común.

¿Tan malos eran los españoles que llegaron a América?

La película no cuenta nada nuevo, pero muestra un lado B de Colón que en España sorprende. Pero es verdad: la realidad de Sudamérica es dolorosa, porque está hecha a base de caprichos coloniales que, lejos de unirnos, nos han dividido. Pero no quiero hablar de culpables: mis propios abuelos fueron españoles emigrados a México... Del violento encuentro inicial ha terminado surgiendo un mestizaje muy interesante.

¿Cómo ve la crisis actual?

Las crisis más peligrosas para los países ricos no son las económicas, sino las emocionales, las de esperanza en el futuro, las crisis de frescura. La felicidad de un país no se mide por los resultados del PIB.

¿Es optimista o pesimista?

Optimista. Aunque haya un océano entre nosotros, Latinoamérica y España hablamos un mismo idioma y no hay tantas diferencias. Pero la comprensión mutua no vendrá a través de la economía o la tecnología, sino por un diálogo más emocional y onírico. Suena a utopía, pero siento que las cosas ya están empezando a cambiar: el universo es cada vez más pequeño, y nuestra casa, más grande.

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