La isla de Yeu, el refugio de los parisinos acaudalados

A 20 kilómetros de la costa atlántica francesa, sobre el golfo de Vizcaya, se encuentra la isla de Yeu, una pequeña porción de tierra de apenas 10 kilómetros de largo por cuatro de ancho en la que el tiempo discurre a un ritmo inimaginable en el continente.

La belleza natural y la tranquilidad que se respira en esta ínsula gala son los principales motivos por los que miles de parisinos acaudalados pasan allí el verano. También son los argumentos que esgrime el prestigioso escritor libanés Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, para explicar por qué cada vez que tiene que escribir una nueva obra se recluye en la casa que tiene en Yeu desde hace décadas.

Y es que esta isla de pescadores ha sabido convertirse en un destino turístico de referencia sin tener que renunciar a sus señas de identidad, gracias, en gran medida, a la prohibición de construir en determinadas zonas y a la limitación del tráfico rodado.

A Yeu se llega en barco y, una vez allí, lo mejor es recorrerla en bicicleta o a pie por senderos perfectamente señalizados. De esta forma se puede apreciar en toda su magnitud la diversidad paisajística del lugar. Bellas playas, landas abiertas al mar, bosques plagados de cipreses, dunas y acantilados espectaculares, son algunos de los atractivos naturales de la isla.

La principal población de Yeu es Joinville, puerto al que arriban los barcos procedentes del continente. Con 2.000 habitantes (la isla tiene un total de 5.000 en invierno), es el centro de las actividades. Además de la lonja, en la que abunda el atún y la langosta, aquí se pueden encontrar tiendas, bancos, restaurantes y la siempre útil oficina de turismo.

Joinville también alberga el fuerte de la Citadelle. Conocido igualmente como fuerte de Pierre Levée, entre sus huéspedes más ilustres destaca por encima de todos el mariscal Pétain, condenado a cadena perpetua por colaborar con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

El ‘Viejo Castillo’, según la denominación que utilizan los vecinos, es la otra fortificación destacada de la isla. Levantado en un islote en el siglo XII, está ubicado en la parte meridional de Yeu, la más salvaje de toda la costa. La construcción sirve de recuerdo de las numerosas invasiones que han sufrido sus habitantes a lo largo de los siglos. Próximo al castillo se sitúa el puerto de Meule, el segundo en importancia de la isla, y la pequeña iglesia de Notre Dame de Bonne Nouvelle, protectora de los pescadores.