Juanjo Ballesta triunfa en el cine y en la tele y sueña con EE UU

  • Juanjo Ballesta, el chico del sur de Madrid que fue el Bola, está de moda.
  • Estrena película, 'Bruc', triunfa en el cine con 'Entrelobos'  y en la tele con 'Hispania', mientras sueña con hacer carrera en Hollywood y ganar un Oscar.
Juan José Ballesta, poco antes de la entrevista en un hotel de Madrid.
Juan José Ballesta, poco antes de la entrevista en un hotel de Madrid.
JORGE PARÍS
Juan José Ballesta, poco antes de la entrevista en un hotel de Madrid.

"¿Quieres un cigarrito, colega?". La camisa, las zapatillas o el pelo podrían ser los de cualquiera, pero la forma de hablar lo delata: es Ballesta. Desde que con 11 años El Bola lo hizo famoso, su imagen de chaval de barrio lo ha acompañado. Ahora vuelve a estar de moda: por una serie de éxito, Hispania; una película taquillera, Entrelobos, y el estreno de otra, Bruc, donde encarna a un héroe de la resistencia antinapoleónica.

"No sabía nada de mi personaje", dice, "pero lo cogí y p’alante. Con intuición siempre he salido del paso". Así actúa y vive el chico de Parla, que reconoce haber parado los pies a algún director meticuloso. "Déjame hombre", le pidió, "que así me descuadras".

Con 23 años, mujer e hijo, parece especializado en héroes. "Matar romanos, estar con animales... Me encanta. Pero quiero hacer una comedia o algo de galán, peinado y con trajecito... Joder, que siempre me sacan lleno de mierda".

Eso, "mucha mierda", dicen los actores evitando la palabra suerte. Pero Ballesta no la esquiva: ha tenido mucha suerte, o eso dice. "Si no fuera por El Bola", asegura, "no estaba aquí. Hay mucha gente buenísima que se come los mocos. Caer en gracia, que se acuerden de mí: ésa es mi suerte. Eso y mi método, que es hacer lo que me piden, sin teatro ni arte dramático".

Debe de ser verdad, pues no para, y eso que mira muchas cosas antes de aceptar un proyecto. Que el argumento sea bueno. Que se hagan las cosas con cariño. Y que dé ejemplo. "Me han llegado miles de papeles de drogadicto", reconoce, "pero de eso yo no hago. No porque no fueran buenos, sino porque eso de salir en una peli to fumao... ¿Para qué, para que los chavales se droguen como locos por hacer lo mismo que yo?".

La suerte, las drogas, el éxito. Círculos viciosos en los que más de un niño-actor se perdió. Ballesta no. Ballesta tuvo su receta. ¿Cuál? "Ser yo mismo, tío. Hago mi curro, pero de las fiestas paso: termino y me voy con mi mujer y mi hijo. Antes me llamaban para recoger la Concha de Plata y lo celebraba de botellón con colegas... Coño, tenía 17 años. Como cualquiera. Ahora me cuido. Sólo bebo Coca Light".

Con tantas películas y un Goya, a Ballesta le quedan sueños. Por ejemplo, cruzar el charco y triunfar en EE UU. De Parla, su pueblo natal, o desde Toledo, donde vive, a Hollywood. "Con lo que ahorre con Hispania", dice, "me voy para allí y aprendo inglés. Quiero hacerlo bien: siempre apoyaré el cine español, pero quiero trabajar en EE UU. Fue mi ilusión desde pequeñito: ser actor, ganar un Oscar y dejar el listón español bien alto".

¿Lecciones? Las ha recibido y también se atreve a darlas. "Tengo las cosas muy claras", dice: "Si la cago en mi carrera será culpa mía, porque hago lo que quiero y nunca me he fijado en nadie. Y porque si valgo para esto bien, y si no, me cambio de oficio". Pues venga ese cigarrito, colega.

El porqué de un mal rollo

Con 17 años, siendo ya una estrella, Juanjo Ballesta desapareció. La fama, el cine, se le hicieron demasiado grandes. "Fue lo mejor que pude hacer", reconoce, "porque estaba amargado. Era un chaval y no tenía las cosas muy claras; de no haberlo hecho, me habría quemado. Si algo no me motiva lo mando a tomar por culo, y me vino bien". Trabajó de marmolista, peón de obra y de comercial, pero volvió a actuar. "Cuando me cansé de doblar el lomo", asegura.

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