'Crepúsculo': ¿arte y ensayo?

John Cassavettes, Todd Browning, Jane Austen, David Cronenberg o Roman Polanski podrían no estar tan lejos de las influencias de la saga vampírica. ¿Tú que crees? Por DARÍO PRIETO
'Crepúsculo': ¿arte y ensayo?
'Crepúsculo': ¿arte y ensayo?
'Crepúsculo': ¿arte y ensayo?

Ubicadas erróneamente bajo la etiqueta de “cine comercial”, las películas de la saga Crepúsculo están en realidad en una órbita mucho más próxima a lo que se ha dado en llamar “cine de autor” o “de arte y ensayo”, sin menoscabo del éxito en taquilla de las cuatro entregas estrenadas hasta la fecha.

Aunque usted sea un adolescente en permanente exudación de hormonas, sepa que, sin saberlo, ha estado consumiendo con Crepúsculo referencias al nivel de los cineclubs y las filmotecas que frecuentan Jonás Trueba e Isaki Lacuesta.

Así, el punto de partida de la historia de amor entre Bella y Edward tiene mucho, en tanto que personajes inadaptados, del cine de John Cassavettes. En este sentido, hay que destacar esa escena de Eclipse (tercera película de la saga) en la que el Jacob calienta con su fuego licántropo a Bella ante la fría impotencia del vampiro Edward.

Siguiendo por ahí, se podría llegar hasta Tim Burton y sus personajes fuera de lugar; sobre todo, Eduardo Manostijeras, pero también Bitelchús y Ed Wood. Un camino que se remonta hasta La parada de los monstruos, de Todd Browning, quien no por casualidad dirigió la primera versión cinematográfica de Drácula.

Hay algo en la historia de amor entre Edward y Bella que también evoca poderosamente las adaptaciones de las novelas románticas de Jane Austen y las hermanas Brontë, por aquello del romance intercalado de obstáculos y pruebas que los enamorados deben superar para terminar finalmente juntos. Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que Abismos de pasión (Luis Buñuel), Jane Eyre (Franco Zeffirelli) y Sentido y sensibilidad (Ang Lee) son predecesoras de la serie.

Si nos centramos en la anterior entrega, la primera parte de Amanecer, resulta inevitable pensar en clásicos del gore, como Braindead (Peter Jackson), por el acercamiento al cine de casquería que practica Bill Condon en la escena del parto de Bella.

Asco y mal cuerpo como el que deja la “nueva carne” de Videodrome, de David Cronenberg, a quien se le debe una de las grandes renovaciones del género vampírico, Rabid, acaso una referencia más oculta en el metraje de los cuatro filmes ‘crepusculares’. Imposible olvidar tampoco La posesión, de Andrzej Zulawski. O, sin salir de los embarazos engendrados por el mal, La semilla del diablo, de Roman Polanski.

Podríamos hablar también de Vampyr (Carl Theodor Dreyer), de Arrebato (Iván Zulueta) y de Mallrats (Kevin Smith), pero permítanme que acabe con mi referencia preferida: El ansia, del recientemente fallecido Tony Scott.

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Este artículo se publicó originalmente en el número 206 de CINEMANÍA correspondiente al mes de noviembre de 2012.

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