Los agentes forestales, amenazados por cazadores, moteros y constructores

Los funcionarios que vigilan los campos de la región denuncian las difíciles condiciones en las que deben realizar su trabajo.
Amenazados, escasos de material y de personal, estresados y, en ocasiones, incluso agredidos. Ésta es la situación que viven los 230 agentes forestales de la región, según CC OO. Una circunstancia agravada por la falta de respaldo que, aseguran, les brinda la Comunidad. «Las amenazas son muy frecuentes», afirma Enrique Jiménez, portavoz de CC OO. «Provienen fundamentalmente de ciertos cazadores, moteros y promotores de construcciones ilegales».

Consigna: no denunciar

Las continuas coacciones, unidas al «pasotismo» de Medio Ambiente, hace que los agentes se sientan indefensos: «La Comunidad muchas veces nos ha negado asistencia jurídica, e incluso nos presiona para que no denunciemos los asuntos urbanísticos», dice Jiménez.

Otros problemas como la falta de material («no tenemos GPS y muchos agentes utilizan sus propias cámaras digitales para trabajar») y la de personal («no se cubren las bajas») hacen que aproximadamente el 20% de la plantilla haya sufrido alguna vez problemas psicológicos derivados del trabajo.

La Consejería de Medio Ambiente niega las acusaciones de los agentes: «La Comunidad siempre les procura asistencia jurídica, el año pasado se les concedieron 13 mejoras laborales y, por supuesto, tienen material», afirmó una portavoz.

En primera persona

«Me mandaron anónimos injuriosos»

«He sufrido pinchazos y pintadas en mi vehículo particular, me han roto la conexión telefónica, me han mandado mensajes anónimos injuriosos...»

Todo esto sufrió un agente forestal, sin nombre por miedo a las represalias, tras denunciar una construcción ilegal en un paraje protegido.

«La Comunidad no me respaldó. En esos momentos, lo único que te anima a hacer tu trabajo es la profesionalidad y el amor al medio ambiente».

«Nos llegaron a echar de un pueblo»

«Trabajo en la comarca 11. Teníamos la oficina en Robledo de Chavela, pero nos tuvimos que ir de allí hace un año», explica un agente forestal con once años de experiencia.

«Al Ayuntamiento le resultábamos molestos porque denunciábamos construcciones ilegales y vertidos. Una temporada no pudimos dar permisos de caza porque el Consistorio no pagó las tasas. La Comunidad, en vez de respaldarnos, nos trasladó».

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