Estados Unidos no esperaba que Zapatero ganar las elecciones en 2004. Así se intuye de los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks en los que el embajador estadounidense Argyros dice de Zapatero que "no tiene experiencia ni en la administración ni en política exterior".

Argyros aseguró que el PSOE estaba "en shock" tras ganar los comicios y que el presidente estaba "intentando saber qué hacer", aunque confiaba en que sería "un interlocutor difícil pero manejable", según figura en los cables publicados este martes en El País.

La victoria había levantado ampollas en la prensa estadounidense, que hablaba de una victoria de Al Qaeda, y el embajador tuvo que pedir que se moderaran esas críticas, dado que "la democracia española es aún bastante inmadura" y eran los propios votantes quienes debían "llegar a sus propias conclusiones".

EE UU se planteó instar a otros líderes europeos a que expresasen "sus preocupaciones a Zapatero sobre la apariencia de estar cediendo ante los terroristas", según recoge el diario, todo ello en un marco de enfrentamiento por la retirada de las tropas de Irak y los desencuentros entre Bush y el presidente español.

Tanto Moratinos, como Bono y Chaves trataron de justificar la salida de las tropas, pero la embajada estadounidense nunca lo entendió. De hecho, no fue hasta enero de 2005 cuando el nuevo embajador estadounidense, Robert Manzanares, después de que el Gobierno español le pidiera retomar el contacto, se plantea: "¿Es el momento de romper el hielo en las congeladas relaciones con España?".

Los infructuosos intentos que hizo EE UU para influir en Zapatero al comienzo de mandato volvieron a retomarse con el acercamiento de 2005. "El uso equilibrado del palo y la zanahoria con el Gobierno español ha puesto a España en la dirección correcta", decía Manzanares en uno de los cables.

En abril, el desengaño español ya era patente. Bono protestaba ante el embajador y pedía que se premiara a España por la "copeeración" y que no se le hiciera "pagar un peaje", mientras el gobierno estadounidense presionaba al ejecutivo español para que no vendiera barcos y aviones a Venezuela.

La llegada de Eduardo Aguirre a la embajada a mediados de ese año trató de acercar nuevamente a ambos países. Aguirre se reunió con Chaves, De la Vega, Moratinos y Zapatero. Sin embargo, el 12 de enero de 2006, EE UU impidió que España vendiera los aviones a Venezuela al no facilitarle la tecnología y el entonces ministro del Exterior estalló: "Somos la octava potencia mundial, pero EE UU nos trata como un país de quinta fila", dijo al embajador, según incluye el diario.

Moratinos se indignó porque las relaciones bilaterales versaban "solo sobre lo que hacemos en Venezuela y en Cuba", si bien aquella misma tarde, en un encuentro con el embajador y el presidente, había suavizado su enfado. Finalmente, Condoleeza Rize recibió al ministro y posteriormente visitó España, aunque esta mejora en las relaciones (un "errático zigzag" según EE UU) no evitó que Aguirre describiera a Moratinos como alguien "impredecible".

Tras la victoria de Obama, las relaciones parecían encauzarse nuevamente. No obstante, Estados Unidos trató de aprovechar el "parentesco espiritual" que sentía Zapatero con Obama y desde la embajada veían importante alcanzar la relación bilateral "para mantener su actual entusiasmo en proyectos de interés mutuo".

Poco después llegaría el embajador Alan D. Solomont y con él la tranquilidad a las aguas comunes. "España es un importante amigo y aliado de EE UU", señaló en diciembre de 2008 y enero de 2010, para poner punto y final a más de cuatro años de tensión entre ambos países.