El becerro de oro

Cada vez son más los países que cuadran –mejor o peor– sus cuentas gracias al turismo, entre ellos el nuestro. Sin contar el turismo interno, que también tiene su importancia, han sido unos cincuenta millones de extranjeros los que nos visitaron el pasado año.

Por eso esta actividad se ha convertido en un venerado becerro de oro al que se está dispuesto a sacrificar muchas cosas.

No podía faltar por lo tanto su utilización en la lucha política, donde se hacen lanzas con cualquier madera.

El señor Villalba decía –comentando las cifras del turismo en nuestra región– que el PP gobernante era el culpable de unos mediocres resultados. Con mayor optimismo, el presidente Herrera opinaba que el ruido mediático de los papeles de Salamanca podía incrementar de forma inesperada el atractivo regional.

Por observaciones de esta clase, desentonando con el pesimismo de oficio de su partido, el señor Piqué se vio al borde de la dimisión.

Esperemos que el señor Herrera «matice» sus palabras y no se aleje tanto de la ortodoxia del luto total.

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