Vinarius, una guardería de vinos en Salamanca donde las botellas descansan en un ambiente "sosegado y sibarita"

La compañía trabaja con la Junta en un proyecto de trazabilidad para el transporte de los caldos
La directora de Vinarius, Claudia Möller, en su bodega de Castellanos.
La directora de Vinarius, Claudia Möller, en su bodega de Castellanos.
EP
La directora de Vinarius, Claudia Möller, en su bodega de Castellanos.

La empresa salmantina Vinarius ofrece en la pequeña localidad de Castellanos de Villiquera un servicio de guarda y custodia de vinos en una bodega romana declarada Patrimonio Etnológico por la Junta de Castilla y León donde caldos preciados y atípicos reposan aislados de toda vibración y luz directa y en condiciones óptimas de humedad, temperatura y silencio.

La cava, a cinco metros bajo tierra, es "única en el mundo" por su tamaño y es mantenida en la actualidad como el templo del vino que fue en su origen por la historiadora argentina Claudia Möller, quien fundó el negocio en 2004 como una alternativa para quienes carecen de espacio para mantener el vino en un entorno ideal.

"A veces se tienen las condiciones de temperatura pero no de humedad, o de humedad y temperatura pero no de silencio. Yo siempre pienso que si uno tiene dinero y lo guarda en el banco y no debajo de la escalera, pues también debería guardarse el vino en una bodega controlada y no dejarlo morir en un almacén", explica la propietaria de Vinarius.

Por su bodega, con capacidad para 4.000 unidades, han pasado caldos de prestigio o difíciles de adquirir, como una edición limitada de la denominación francesa Châteauneuf-du-Pape —históricamente vinculada al papado—, considerado hace tres años el mejor del mundo; el extremeño Vademecum, el vino español con más premios internacionales, o el Termanthia de Toro, calificado con 98 puntos por el crítico Robert Parker.

Para Möller, el empeño y cuidado que desde la cepa ponen los bodegueros para sacar un buen vino merece "ir acompañado" de un control detallado de las botellas hasta el momento en que se van a degustar, con el fin de conservar y mejorar sus cualidades y sensaciones organolépticas.

Por eso, al ambiente "natural, sosegado y sibarita" de la cava, la empresa añade un servicio de transporte que permite trasladar los vinos en las mismas condiciones en que salen de la cripta y ofrece al cliente la posibilidad de vigilar el trayecto y las posibles incidencias a través de un sistema GPS.

"A veces resulta que el vino no es tan bueno como nos dijeron y tal vez el problema está en el sitio donde ha estado guardado antes de beberlo o en cómo ha sido transportado, la diferencia puede ser abismal", señala la historiadora.

Sistema de localización vía satélite

Así, acomodados en cajas de diseño especiales que mantienen la temperatura, los caldos salen de Castellanos en un vehículo con sensores que recrea el ambiente de la cava y que está equipado además con un sistema de localización vía satélite.

Se trata de una aplicación que permite saber y justificar en cada momento dónde se encuentra la carga así como conocer el histórico de incidencias que ha habido durante el itinerario. "El sitio ya lo teníamos pero faltaba cubrir esa necesidad del transporte.

De esta manera, si al beber el vino éste no estuviera en las condiciones previstas, nos permitiría localizar exactamente dónde estaría el problema, si en la bodega madre o en el traslado", señala.

Precisamente, esta empresaria argentina, también profesora en la Universidad de Extremadura, propuso este modelo a la Junta de Castilla y León y ya prepara con ella un proyecto de investigación en trazabilidad. En la iniciativa, que se desarrollará a través de la Agencia de Inversiones y Servicios (ADE), intervienen asimismo la compañía salmantina Realpos y las bodegas zamoranas Terrazgo.

Una empresa de "trajes a medida"

No obstante, la idea de Claudia Möller es algo más que un servicio de guarda y transporte. Con el tiempo, "gracias a la confianza depositada por los clientes", como reconoce ella, Vinarius se ha convertido en un sastre de "trajes a medida".

De esta manera, la empresa asesora también en la compra de vinos —"conocemos los criterios para saber cuáles van a duplicar o triplicar su precio", asegura la directora— y organiza visitas históricas a la bodega, catas comentadas, exposiciones, eventos empresariales y rutas histórico-enológicas.

"La guarda de los vinos es una excusa, hasta tal punto que tenemos muchos clientes que simplemente vienen a consumir los que nosotros les ofrecemos o a hacer sus presentaciones de empresa", cuenta esta emprendedora, quien incide especialmente en la privacidad que se ofrece en este rincón de Salamanca, donde sólo se accede por recomendación.

"Lo bonito de Vinarius es que es un sitio de encuentro, que genera sinergias entre los propios clientes. Esto no es un restaurante, no está abierto al público, todo va con reserva, a menú pactado y generalmente nos manejamos con el boca a boca", explica.

Por eso, la idea de Möller no incluye camareros. El servicio lo prestan ella y su marido, Martín Iacono, a veces ayudados por los propios clientes, que disponen de un espacio con todas las facilidades que podrían encontrar en sus casas.

"Lo hacemos adrede, de aquí no sale nada de lo que se habla", asegura la propietaria, quien incide en que a este lugar, "donde el tiempo se detiene", no se debe ir con prisas.

Hace un mes, la compañía fue reconocida con el Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales que concede el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM) —Möller es miembro de la Junta Directiva de la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (Amfar) en Salamanca—. Además, el año pasado la iniciativa recibió el Premio Mujer en la empresa de la Junta Castilla y León.

Este texto se acompaña de un vídeo en el Canal Ideas en Castilla y León de Europa Press (http://www.europapress.es/castilla-y-leon/ideasencyl-00655/)

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