¿Será portavoz de ambiciones ajenas al interés de la mayor parte de los ciudadanos? Si es así, su exabrupto colisiona con su teórica misión de servidor público. Y lo peor es que no es el único político que, de forma deliberada o inconsciente, equivoca el rumbo en su tarea como representante popular (o encuentra otros rumbos más gratificantes, vaya usted a saber).
La falta de cordura exhibida por los mandatarios implicados en el caso Villamayor, por mucho que alguno de ellos haya sido consecuente con sus planteamientos, abre otra brecha más entre el mundo real y el orgánico.
El resultado es un desapego cada vez mayor de los aragoneses hacia quienes deciden sobre sus intereses públicos y manejan sus fondos comunes. A este paso, llegará un Berlusconi cualquiera y nos encomendaremos a su seducción de cartón piedra.
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