Breve historia de las adorables pero lunáticas chicas de tus sueños

O, según la nomenclatura anglosajona, el arquetipo de la Manic Pixie Dream Girl y su evolución en el cine a lo largo de los últimos años. Por DANIEL DE PARTEARROYO
Breve historia de las adorables pero lunáticas chicas de tus sueños
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Breve historia de las adorables pero lunáticas chicas de tus sueños

Aunque el nacimiento del término Manic Pixie Dream Girl (aproximadamente, "hada lunática que es la chica de tus sueños") se data en 2007 dentro de una crítica de Elizabethtown escrita por Nathan Rubin, el arquetipo femenino al que se refiere (y que en la película de Cameron Crowe ejemplifica Kirsten Dunst en todo su esplendor) lleva presente en el cine desde mucho tiempo antes. Son esos personajes femeninos radiantes, adorables, siempre alegres y con una pizca de excentricidad que por casualidad entran en contacto con un protagonista masculino solitario, lánguido o circunspecto para poner patas arriba su aburrida vida con una explosión de arrebatos, entusiasmo y esmalte de uñas de colores.

Seguro que te han venido a la cabeza varios ejemplos. Y cada vez más recientes, pues ha sido durante la última década cuando, gracias a la expansión masiva y atomizada de la música indie, el asentamiento del movimiento hipster y la capacidad metastásica de la sensibilidad tumblr hemos asistido a una mayor presencia del modelo, no sólo en las cafeterías-librerías de tu ciudad sino también en películas de toda condición. Ante el estreno de Ruby Sparks, donde los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris se alían con la guionista y protagonista Zoe Kazan (arriba) para invocar al tópico e intentar deconstruirlo, hemos querido repasar algunos momentos clave en la evolución de esas Manic Pixie Dream Girls o adorables pero lunáticas chicas de tus sueños.

Origen: Susan Vance (Katharine Hepburn)

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Película: La fiera de mi niña (Howard Hawks, 1938).

Quizás podríamos habernos ido más atrás en el tiempo, pero no hay nada como un clásico indiscutible para asentar las bases, sobre todo porque el resto de casos beberán esencialmente de ella, tanto en lo que respecta al papel femenino como al masculino. Katharine Hepburn interpreta a la frenética Susan Vance, que a golpe de bola de golf entra en la vida del apacible paleontólogo David Huxley (Cary Grant) un día antes de su boda. De ahí en adelante, un leopardo revoltoso y un hueso de brontosaurio entran en juego para conseguir una de las mejores comedias de todos los tiempos. En cuanto a lo que nos ocupa, debemos concluir que Susan consigue que David pierda la chaveta (así como su esqueleto de brontosaurio) y lo disfrute.

Accésit: Carole Lombard en Al servicio de las damas (Gregory La Cava, 1936) es un ejemplo incluso anterior de personaje femenino frenético e inquieto frente a uno masculino serio y recto... que en este caso es su mayordomo.

Ampliación: Gabrielle Simpson (Audrey Hepburn)

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Película: Encuentro en París (Richard Quine, 1964).

Una de las cosas que Ruby Sparks deja claras es que este tipo de personajes suelen ser construcciones ficticias de mentes masculinas que ansían la llegada de una mujer ideal que les saque de la monotonía (os suena aquello del Príncipe Azul, ¿no?). Algo fácilmente equiparable a las musas de la creación. Y... ¿qué papel ejerce la pizpireta taquígrafa del guionista que interpreta William Holden en esta película? Exacto. Sí, a mí también me parecería un desperdicio contratar a Audrey Hepburn sólo para tomar notas a máquina; mucho mejor llevársela a París... aunque sea imaginario.

Accésit: La misma Hepburn en Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961), aunque Holly tendría otras facetas y, además, es la figura masculina quien la insta a cambiar a ella y no al revés.

Europea: Catherine (Jeanne Moreau)

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Película: Jules y Jim (François Truffaut, 1962).

Doble o nada. El espíritu libre de Catherine es tan torrencial que consigue ejercer el papel para dos hombres, los inseparables amigos Jules (Oskar Werner) y Jim (Henri Serre). Después de volver locos a ambos, al final de la película revela otra de las características intrínsecas a la Manic Pixie Dream Girl de manual: la tendencia autodestructiva hacia sí misma y sus relaciones. Ya sea de forma metafórica... o literal.

Accésit: La Nouvelle Vague es casi una factoría continua del arquetipo, también con representantes masculinos (¿o qué es si no Belmondo en Al final de la escapada?). Pero hay que resaltar dos icónicas: Anna Karina en Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964) y Bernadette Lafont en Les bonnes femmes (Claude Chabrol, 1960).

Epígono: Judy Maxwell (Barbra Streisand)

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Película: ¿Qué me pasa, doctor? (Peter Bogdanovich, 1972).

La intención de Bogdanovich era hacer básicamente un homenaje-remake de La fiera de mi niña deteniéndose en el potencial slapstick combinado con recursos propios de los dibujos animados a lo Looney Tunes, por lo que es normal que Ryan O'Neal intente ser una réplica de Cary Grant y Barbra Streisand haga lo mismo con Katherine Hepburn. No es que la actuación (ni la elección de cásting) de Streisand sea lo mejor de una película que hace de las elaboradísimas coreografías de gags físicos su gran valor, pero como réplica del modelo canónico es notable.

Accésit: Jane Fonda en Descalzos por el parque (Gene Saks, 1967), intentando todo lo posible que Robert Redford abandone su rigidez por un instante y se deje llevar. Aunque, eso sí, ellos están casados, lo que aleja a la figura del canon.

Radicalización: Annie Hall (Diane Keaton)

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Película: Annie Hall (Woody Allen, 1977).

Ejemplo máximo de lo que estamos hablando. Alvy Singer (Allen) es un cómico neurótico, depresivo y harto de su vida. Annie Hall (Keaton) es una decidida aspirante a cantante con una personalidad magnética, una forma de vestir absurda y la cualidad de ver siempre el lado bueno de las cosas. Se conocen, se enamoran, se detestan y se necesitan. Tan irracional, loca y absurda como una relación humana.

Accésit: No está en absoluto al mismo nivel, pero una de las encarnaciones de Meg Ryan en Joe contra el volcán (John Patrick Shanley, 1990) también es la responsable de insuflar nuevas ganas de vivir al hipocondriaco Tom Hanks.

Oriental: Faye (Faye Wong)

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Película: Chungking Express (Wong Kar-wai, 1994).

En la segunda historia de la película, esta empleada de un puesto de comida consigue las llaves del apartamento de un policía mustio al que acaba de dejar la novia y se dedica a limpiarle el polvo, redecorar las habitaciones, cambiarle las etiquetas de las latas de comida de sitio, comprarle peces y bailar con covers de los Cranberries mientras él no está en casa.

Accésit: La surcoreana My Sassy Girl (Kwak Jae-yong, 2001) es otra historia de amor que sigue el mito al pie de la letra y resulta ideal como su primer acercamiento a la era de internet. De hecho, está basada en un blog.

Cristalización: Sam (Natalie Portman)

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Película: Garden State (Zach Braff, 2004).

¿Quién no querría haber descubierto a The Shins en la sala de espera del médico a través de los auriculares de una chica con la encantadora belleza de Natalie Portman que sufre de mentira patológica y parece bastante inestable cuando se pone a hablar y gesticular sola con ojos dementes? ¿He dicho ya lo adorable que es? I think I'll go home and mull this over...

Accésit: Como decía al principio, Kirsten Dunst se ciñe tanto a la pauta en Elizabethtown (Cameron Crowe, 2005) que por sí misma revitalizó el concepto y dio pie a su nueva denominación.

Deconstrucción: Clementine Kruczynski (Kate Winslet)

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Película: ¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004)

En lo que parece un acercamiento más realista a la cuestión (con máquinas capaces de borrar recuerdos y una fuga a través de memorias en proceso de desaparición, pero incluso así), pese a su pelo policromo y ganas de vivir siempre a tope la Clementine de Kate Winslet demuestra tener los pies sobre la tierra cuando le dice a Joel (Jim Carrey) que no debería esperar que lo salve de nada, porque ella también tiene sus propios problemas.

Accésit: La presencia del arquetipo en The GoodTimesKid (Azazel Jacobs, 2005) a través de Sara Diaz es una visión completamente desafectada del mito. Tan mustia es ella como el protagonista.

Epítome: Zooey Deschanel en sí misma

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Películas: Prácticamente todas: All the Real Girls (David Gordon Green, 2003), Guía del autoestopista galáctico (Garth Jennings, 2005), Di que sí (Peyton Reed, 2008), (500) días juntos (Marc Webb, 2009)...

En realidad, parece que toda ella (ni siquiera nos referimos a sus personajes) sirve para dar vida y forma al concepto. Me preocupa que si dejan de hacerse películas que lo utilicen ella desaparezca con un pestañeo, vahída en una nube de chispas de miel, notas de ukelele y mohínes de mapache.

Accésit: Ay, si la carrera de Kristen Bell hubiera tenido otro rumbo...

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