En Memorias encontradas en una bañera, el escritor polaco Stanislaw Lem narra las desventuras de un individuo que acude a un edificio oficial para hacer un papeleo. Vaga de ventanilla en ventanilla, se pierde en un laberinto de oficinas y acaba quedándose allí para siempre.

En Madrid, lo más parecido a ese infierno burocrático es la Jefatura Provincial de Tráfico, en Arturo Soria. Por ella pasan a diario 2.200 personas, que hacen hasta cuatro horas de cola, según dijeron una parte de afectados a 20 minutos.

De ocho a doce y media

«Llevamos aquí desde las ocho», se quejaba el martes, al filo de las 12.30, Leandro Castejón, de 63 años. «Venimos desde Carabanchel para poner el coche a nombre de mi hijo. Ya nos va a tocar, pero luego tendremos que ir a pagar a otra ventanilla».

Marta López, colombiana de 36 años, considera «absurda» la organización de Tráfico. «Llevo aquí una hora y media y aún no he hecho nada. Tengo que ir a una ventanilla para el cambio de coche y a otra para el cambio de carné. Voy a echar toda la mañana».

Tres afectados más:

Borja Naranjo (Estudiante, 24 años). «Es la cuarta vez que vengo desde Pirámides por la misma historia, una trasmisión de vehículo, y acabo de poner una queja por el trato que me han dado en una ventanilla. Estoy bastante quemado».

Luisa Sánchez (Administrativa, 39 años). «Llevo esperando casi dos ho-ras y tengo 130 números por delante. Ya me he releído el periódico y ahora estoy con el cruci-grama, aunque nunca los hago. He tenido que coger un día de mis vacaciones para venir».

Ángel María Pérez (conductor de bus, 40 años). «Hoy tardaré media hora, sólo voy a coger unos papeles para un compañero. Pero vengo por aquí a menudo, y sé que es fá-cil acabar echando la mañana. De-berían organizarlo mejor, que no venimos por gusto».

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