Por mucho que Gérard Depardieu se empeñe en decir que la Binoche «no tiene nada, absolutamente nada», papeles como el que borda en Copia certificada, la última película del realizador iraní Abbas Kiarostami, echan por tierra críticas tan injustificadas y ligeramente envenenadas. Porque si algún poder tiene Juliette Binoche es el de iluminar la cámara incluso con la cara lavada y, sobre todo, cuando interpreta papeles tan inquietantes como el de Caché, de Haneke, o tan naturales como este, que le valió el premio a la Mejor Actriz en el último Festival de Cannes.

Copia certificada es la primera incursión cinematográfica de Abbas Kiarostami fuera de su país y le ha supuesto un reto creativo e idiomático: se rodó en un pequeño pueblo de La Toscana y en tres lenguas diferentes (italiano, francés e inglés). Y, sin embargo, nos sigue pareciendo tan personal como cualquiera de sus películas anteriores.

La cinta plantea un atrayente juego de espejos. El de una doble o, incluso, múltiple realidad. Un hombre y una mujer que sin conocerse de nada avanzan, peligrosamente, a través de una historia en la que, según pasan los minutos, resulta más complicado saber si son dos desconocidos fingiendo una relación de 15 años en horas bajas o una pareja madura en plena crisis que inventa una nueva realidad para salvar su historia de amor. Lo interesante es que Kiarostami nos da el cuartelillo suficiente para dejar volar nuestra imaginación.

Y como en el clásico de Rossellini Te querré siempre, esta pareja —ya no importa si auténtica o falsa— es capaz de condersar en apenas hora y media las múltiples caras y etapas del amor, de ofrecernos una copia certificada (inspirada en tantas historias reales) de lo que supone construir una relación.

COPIA CERTIFICADA. Francia-Italia-Irán, 2010 / Int.: Juliette Binoche, William Shimell / 29 de octubre