El teatro Jovellanos acoge 'Onegin', una producción de la compañía rusa Eifman Ballet Theatre

La compañía rusa Eifman Ballet Theatre, creada por el maestro Boris Eifman, llega al teatro Jovellanos con 'Onegin'. Tras realizar ciclos de temporada en el City Center de Nueva York, en el Bolshoi de Moscú y en el Teatro de los Campos Elíseos de París, el ballet ruso estará en Gijón el próximo viernes, 29 de octubre, a las 20.30 horas, cumpliendo con una de sus citas españolas, que les ha llevado a visitar siete ciudades de nuestro país.
EL EIFMAN BALLET THEATRE Y SU GRAN PRODUCCIÓN "ONEGIN", EL VIERNES EN EL JOVELLA
EL EIFMAN BALLET THEATRE Y SU GRAN PRODUCCIÓN "ONEGIN", EL VIERNES EN EL JOVELLA
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EL EIFMAN BALLET THEATRE Y SU GRAN PRODUCCIÓN "ONEGIN", EL VIERNES EN EL JOVELLA

La compañía rusa Eifman Ballet Theatre, creada por el maestro Boris Eifman, llega al teatro Jovellanos con 'Onegin'. Tras realizar ciclos de temporada en el City Center de Nueva York, en el Bolshoi de Moscú y en el Teatro de los Campos Elíseos de París, el ballet ruso estará en Gijón el próximo viernes, 29 de octubre, a las 20.30 horas, cumpliendo con una de sus citas españolas, que les ha llevado a visitar siete ciudades de nuestro país.

'Onegin' ha incluido en sus giras, esta temporada, países como Alemania, Israel, Polonia, España, Francia o Austria. Basada en la novela de Pushkin 'Eugenio Onegin', esta coreografía presenta una mezcla de lo real y lo fantástico provocando una poderosa experiencia emocional, desatada por la calidad del elenco de bailarines y por una puesta en escena sublime. En esta ocasión, Eifman nos ofrece una mezcla de música clásica y contemporánea, combinación de Tchaikovsky con el rock de Sittkovetsky.

La novela ha sido llamada 'una enciclopedia de la vida rusa', en la que Pushkin creó un arquetipo del carácter ruso. Según Eifman, la coreografía ha transportado a los personajes a nuestro tiempo, colocándolos en situaciones extremas; un experimento necesario para responder a la pregunta sobre cuál es el alma de Rusia.

Eifman es un artista incansable en su búsqueda de la perfección y de la belleza, rompiendo con el estricto academicismo ruso. "Cuando creo un movimiento, es por supuesto con la idea de crear una emoción, expresando un sentimiento; y dicha emoción pasa necesariamente por una necesidad estética", afirma.

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