Del Hospital General a las masacres en Ruanda

Laura Samper Gadea (Alcoi, 1947) engrandece su vida de sanitaria en misiones internacionales, que la trasladan desde su puesto de auxiliar de clínica en urgencias del Hospital General de Alicante a campos de vergüenza en América o África.
Fue enfermera jefe, puesto que abandonó por un «cese político». Máster en medicina y cirugía tropical, Médicos Sin Fronteras valoró su currículum y en 1994 le propuso ir a Ruanda.  

Testigo del genocidio entre hutus y tutsis, formó parte de un equipo de emergencia y lo que vio durante tres meses en los campos de refugiados «fue tremendo: había más muertos que heridos; tantos que  cuando íbamos por la carretera, como se refleja en la película Hotel Ruanda, los baches no eran desniveles del asfalto, sino cadáveres».

¿Otros proyectos? En el desierto entre Somalia y Kenia, o para disminuir la mortalidad materno-infantil en Quito, «viendo morir muchos niños». Su último viaje fue este verano. A Uige, Angola, para enfrentarse a la fiebre hemorrágica del Marburg, un virus de la familia Ébola. Allí, «con botas y escafandras» detuvieron la epidemia y les dejaron «algo dificilísimo, quemar los cuerpos de los fallecidos».

De regreso, es «mucho más dura» y ve «que algunas cosas de aquí casi son tonterías, problemas menores». Está «contenta, no amargada» porque en esos países «hay un trato familiar, muy personal» y uno es «un amigo, no un número». Ella conjuga idas y venidas con el yoga, el ejercicio físico y «el amor, que viene y va».

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