Máquinas de escribir contra el espionaje digital

Thomas Kruithof fantaseó en 'Testigo', su ópera prima, con este revival analógico en los servicios secretos. No estaba tan lejos de la realidad.
Máquinas de escribir contra el espionaje digital
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Máquinas de escribir contra el espionaje digital

En 2012, Thomas Kruithof trabajaba en una empresa de comunicación digital y soñaba con hacer una película de espías que escribiesen a máquina. "Estaba convencido de que llegaría un día en el que nos daría tanto miedo el digital que volveríamos a lo analógico", cuenta el guionista y director de Testigo, su debut en el cine con ecos al thriller político de los 70. El otrora intocable François Cluzet interpreta a un tipo normal y corriente que se ve inmerso en una organización de dudosas intenciones, primero, y en una conspiración fuera de su alcance, después. Su personaje, en paro y ex alcohólico, acepta un trabajo tan sospechoso como el apartamento vacío en el que lo ejerce, sin contacto con nadie, y transcribiendo escuchas telefónicas en una estilosa máquina de escribir.

La historia de esta pobre marioneta de la conspiración todavía era papel cuando diversos medios internacionales empezaron a hablar de rodillos y teclas de retroceso. Con sus obvios detractores –ni las cintas de tinta están a salvo–, publicaciones como The Guardian o Spiegel alertaron en 2014 de la compra masiva de estos instrumentos en Alemania. Por supuesto que Rusia se habían apuntado hacía tiempo a esta fiebre de nostalgia y paranoia digital. Que alguien, por favor, le envíe una máquina a Donald Trump.

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El protagonista de Testigo trabaja para una oscura organización transcribiendo escuchas teléfonicas con una máquina de escribir. ¿Por qué?

Ese fue el punto de partida de la película. Escribir un thriller de espías con un protagonista que no fuese un profesional, con un hombre que estuviese en el escalón más bajo de una organización secreta. En estas organizaciones cada miembro sabe sólo lo que hace él mismo y no lo que hacen los demás, es una forma de restringir la información. Mi protagonista no sabe absolutamente nada de lo que sucede y nosotros vamos con él, intentando juntar las piezas del misterio, dándonos cuenta del lugar que ocupa él dentro de ese puzle gigante. En cuanto a la máquina de escribir… me pregunté cuál sería el trabajo más terrible que se podría hacer en una de estas organizaciones y pensé que podría transcribir a máquina información sensible. Se me ocurrió que llegaría un día en el que nos daría tanto miedo el digital que volveríamos a lo analógico.

Testigo bebe de los thrillers políticos de los años 70. ¿Qué películas fueron referentes para ti?

No pensé específicamente en estos thrillers pero siempre me han gustado, el thriller de la conspiración ha formado parte de mi educación cinematográfica. Yo no he ido a ninguna escuela de cine, mi educación ha sido fundamentalmente ver películas. Y muchas de ellas han sido los thrillers políticos de los 70. La conversación, por ejemplo, es una película que me encanta. También es verdad que me preocupé de que todo el mundo en el equipo la viese para no repetirnos. Me gusta sobre todo el estilo de estos thrillers políticos.

No son malos tiempos para volver a hacer thriller de la conspiración…

La paranoia está en su cúspide otra vez. Corren tiempos de paranoia, fantasías y muchas preguntas. En la oscuridad hay luchas de poder, intercambio de información, etc. Así que sí, hay espacio suficiente para este cine. También es un momento peliagudo por la sobreinformación, los rumores… La gente escucha sólo lo que quiere escuchar.

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¿Qué te parece tan interesante de las películas de espías?

La manipulación, la traición, la infiltración… Son temas muy dramáticos, muy humanos. Lo que me gusta de las pelis de espías es la opacidad en la relación entre los personajes. Eso y la atmósfera me encanta de los libros y pelis de John Le Carré. Lees sus libros antiguos y entiendes que era un visionario. Los espías están siempre en la proa del barco. Saben lo que va a pasar.

Esta es tu primera película. ¿Vas a seguir ese camino o cambiarás de género en tus siguientes películas?

Hay algunos temas de espionaje que me interesan pero no sé si los trataré en mi siguiente película. Lo que sí te puedo decir es que estoy trabajando en dos temas distintos y el suspense es una pieza fundamental en los dos.

Decías que no has ido a ninguna escuela de cine. ¿Qué hacías antes de escribir el guión de Testigo?

Tenía un trabajo. Trabajaba en una empresa de medios digitales. Tenía ideas para guiones pero no me llevaba a ningún lado. Hasta Testigo. Hice un corto hace tres años pero empecé a trabajar en esta película antes de eso.

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¿Cómo alguien que tiene un trabajo normal acaba introduciéndose en la industria del cine francesa?

El corto que dirigí tuvo cierto éxito. Un amigo productor se interesó por el guión de Testigo. Lo leyó y le gustó. Siendo tan desconocido como director, pensé que François Cluzot no leería mi guión. Una semana después de mandárselo tenía una cita con él. La gente me pregunta: "¿Eres el hijo de alguien famoso?" Porque Testigo tiene un cast impresionante y cuesta entender que lo haya conseguido sin haber dirigido ninguna película antes. Realmente es el reparto soñado. Y no porque sean famosos sino por lo buenos actores que son. Tanto François como Alba Rohrwacher. Pero sí, conocer a François Cluzet cambió mi vida.

¿Pensaste siempre en él como el actor protagonista de Testigo?

No me lo quería decir en voz alta porque sabía que había muy pocas posibilidades de que él aceptase el papel. Pero sabía que no había muchos actores capacitados para interpretarlo como lo hace él. François cuenta mucho sin necesidad de decir palabra. Y su personaje es así, muy retraído. Sabía que François sería capaz de conectarnos con él. Además, él trajo una vida especial al personaje. Cada toma que hacíamos tenía un matiz especial. Por no hablar de lo generoso que es como intérprete. Ah, podría estar una hora más hablando de lo genial que es.

Testigo se estrena el 9 de junio.

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