La Consejería de Cultura y Turismo concluyó las obras de conservación de las Cisternas Romanas del Teso de la Mora en Molacillos(Zamora) y las nuevas estructuras construidas, tanto para proteger las cisternas como para facilitar su visitas, con un importe de 275.000 euros.

El delegado territorial de la Junta, Alberto Castro Cañibano, y el director general de Patrimonio Cultural, Enrique Sáiz, acompañados por el alcalde de Molacillos, Daniel Mateos, se desplazaron esta mañana hasta la localidad de Molacillos para inaugurar las obras de conservación de las Cisternas Romanas del Teso de la Mora, así como, la nueva estructura creada, que servirá para proteger las cisternas y facilitar la visión de las mismas por parte de los visitantes.

Las cisternas son dos grandes aljibes de origen romano con una capacidad de 400 metros cúbicos, planta rectangular y coronadas por una bóveda de cañón que permitían almacenar el agua de origen pluvial y que podrían estar relacionadas con un posible asentamiento militar.

Además, están "excelentemente conservadas", lo que "les da aún más valor" dada la "escasez" de este tipo de construcción civil en España; la época de su construcción correspondería al final de las guerras cántabras y el tiempo de ocupación habría sido de unos 170 años, dejándose de ocupar a partir del siglo I después de Cristo.

A lo largo de los últimos años se han llevado a cabo los trabajos de excavación arqueológica, así como la tramitación del cambio en la titularidad de los terrenos

Las intervenciones realizadas en la Cisternas Romanas son, por una parte, de restauración de las cisternas llevando a cabo trabajos de limpieza y consolidación de las superficies, y por otra, los nuevos elementos construidos, una estructura cubierta para la protección de las cisternas, un acceso para bajar a ellas y un vallado con paneles informativos.

En cuanto a las nuevas estructuras, con el fin tanto de proteger las cisternas como de facilitar su visita, se ha creado una estructura, consistente en el vallado de un área de 23x18 metros y la colocación de una estructura metálica que posibilita el apoyo de cubierta, que deja un espacio inferior diáfano de visión y acercamiento a las cisternas.

El cerramiento, cuya misión principal es la de acotar el área de las cisternas, se ha concebido a modo de velo que permita visionar el interior desde una situación cercana al recinto.

Sobre una estructura metálica con perfil en doble vertiente unida en un solo conjunto, que evoca la tradición romana, se proyecta una cubierta de cobre con junta alzada, apoyada en tablero de madera de iroco, además de todos los bordes de faldones con babero corrido y formando goterón.