Ordenó al primer rescatador bajar a la mina y traer con vida a todos los mineros. Veinticuatro horas después, puso la tapa al conducto por el que vio salir a los 33 atrapados a traición por miles de toneladas de roca a 700 metros de profundidad en el Atacama. Y no se movió de allí. Sebastián Piñera, presidente de Chile, se ha erigido en el gran protagonista del más heróico de los rescates de la historia de la minería mundial. Y allí ha visto como además de los mineros, subían su popularidad y el reconocimiento mundial a su nación.

Vestido con la trenca roja del uniforme gubernamental, siempre sonriente y acompañado de su mujer, Cecilia Morel, Piñera permaneció en el epicentro de la imagen durante toda la jornada, presente en cada una de las salidas de los mineros, a quienes el hombre considerado la fortuna 433 del mundo (según Forbes) abrazaba como si fuesen miembros de su propia familia.

Orgullo patriótico

Piñera ha desplegado toda su artillería comunicativa: dos ruedas de prensa en un atril en el Campamento Esperanza, entrevistas a los principales corresponsales e incluso mensajes vía Twitter.

El mandatario del partido conservador ha medido sus declaraciones al milímetro y ha querido lanzar un mensaje que sirviera para cohesionar a la nación, insuflando orgullo patriótico. Dos ejes han vertebrado su discurso: la alabanza a los profesionales del rescate y la promesa de una nueva legislación sobre seguridad laboral. No en vano, el accidente tuvo lugar en una mina que operaba sin los perceptivos permisos oficiales.

"Esto no quedará impune. Los responsables pagarán", ha dicho el presidente. Así, Piñera buscaba acallar a los críticos que culpaban al Gobierno de falta de vigilancia y de protección a los mineros. Además, anunció la construcción de un memorial donde ha estado ubicado el Campamento Esperanza, en recuerdo de todas las víctimas de la minería y de la gesta de este rescate.

Devoto y seductor

Con los mineros renacidos, también ha surgido ante el mundo un gran país entero. "Chile es más respetado, más valorado en el mundo entero", ha dicho Piñera, que trufó casi todas sus declaraciones de continuos agradecimientos a Dios, dejando patente su fervorosa devoción católica. "La fe mueve montañas y en Chile lo hemos conseguido", explicaba.

Seductor siempre ante las cámaras- atusándose mucho el pelo-, el ex propietario de una cadena de televisión, un equipo de fútbol y grandes extensiones de terreno en el país, también se emocionó en varias ocasiones a lo largo de la histórica jornada que terminó -tras informar de que los 33 mineros rescatados estaban en perfecto estado- con un sonoro y sentido "¡Viva Chile, mierda!", un grito típico de fuerza en el páis.