La plaza de Ópera llegará con un año de retraso, llena de granito y sin bancos

La plaza de Ópera, todavía empantanada, por las obras este lunes.
La plaza de Ópera, todavía empantanada, por las obras este lunes.
JORGE PARÍS
La plaza de Ópera, todavía empantanada, por las obras este lunes.

El Ayuntamiento ha convertido Callao, Las Cortes o Sol en desiertos de granito. Ahora, la plaza de Isabel II (más conocida como Ópera) está a punto de correr la misma suerte. Las obras de remodelación han entrado en su recta final y ya se anuncia que el resultado será más de lo mismo: se ampliará el área peatonal llenándolo todo de baldosas de granito, desaparecen los parterres que rodeaban la plaza (a cambio se plantarán algunos árboles en la acera opuesta al Teatro Real) y se sustituyen los bancos con respaldo por asientos ‘de diseño’.

La remodelación tendría que haberse acabado en diciembre de 2009, pero no se abrirá hasta finales de 2010, un año después de lo previsto. El retraso se debe al hallazgo de restos arqueológicos (entre ellos, la Fuente de los Caños del Peral y un acueducto de ladrillo, del siglo xvii) durante las obras de ampliación de la estación del metro.

La empresa pública regional (que dirige las obras bajo tierra) y el Ayuntamiento (encargado de la superficie) tuvieron que ralentizar los trabajos para no afectar a los restos.

Impiden la vida de calle

Antes de estar acabada, a la plaza de Ópera ya le ha salido una legión de críticos. Igual que al resto de reformas de Gallardón. La semana pasada, expertos madrileños en urbanismo, arquitectura e ingeniería debatían en 20 minutos sobre el diseño de las remodelaciones y llegaban a la conclusión de que el Ayuntamiento abusa del granito, se olvida de los jardines e impide que los ciudadanos hagan vida en la calle.

Ahora le toca el turno a los vecinos y a los lectores de este periódico, que han enviado decenas de cartas y comentarios con un denominador común: para ellos, Gallardón ha destrozado las plazas del centro de Madrid.

Los internautas han dejado sus votos en una lista creada por 20minutos.es. La pregunta era: «¿Cuál te parece la plaza más fea de Madrid?». Y el dudoso honor de estar en primer lugar es para la plaza de Callao, con 413 votos hasta la tarde de ayer (ver la columna del ranking). «Yo lloro por Callao. Era una de las plazas con más carácter madrileño. Ahora es un secarral inhabitable», lamenta el lector Juan Manuel Muñoz. «Ha quedado absolutamente sosa con un árbol solitario que queda ridículo. Callao era importantísima y se la han cargado totalmente», añade Miguel Ángel.

El segundo lugar es para la remodelación de Las Cortes (332 votos). El lector Antonio Barrera la califica de «verdadero adefesio y, además, incómoda». Mientras, Tulia Columnaria, que se autodefine como «vecina y víctima del barrio de Las Letras», critica el «asesinato impune de una de las pocas plazuelas románticas que quedaban en la ciudad» y se pregunta «dónde está la verja que la circundaba».

"Sartenes de cemento"

Además, Tulia propone «un castigo» para el alcalde y el arquitecto Álvaro Siza: «Que vengan en invierno y en verano a sentarse a leer el periódico». Y es que, según Mirta Núñez, la falta de árboles y el granito hacen que las nuevas plazas sean «sartenes de cemento en verano» y «peligrosas por la lluvia y el hielo en invierno».

Sin embargo, también tienen sus defensores. Por ejemplo, el lector que firma como Dvdd apoya la reforma de Las Cortes porque así «se da protagonismo a todos los edificios magníficos que la rodean; es una antesala del Congreso y no una plaza de barrio».

A la vista de lo que está ocurriendo con las plazas recién reformadas, los madrileños se echan a temblar cada vez que Gallardón recuerda su plan para remodelar el paseo del Prado. «Lo peor es pensar, dado el ejemplo, ¿qué es lo que le espera al maravilloso Prado?», dice J. M. Muñoz. De momento, el paseo de Recoletos y la plaza de las Cortes (que pertenecen al plan del Eje Prado-Recoletos) son un adelanto de lo que le espera al tramo entre Cibeles y Atocha.

"Mercadillos para recaudar"

Los vecinos no creen que la transformación de las plazas en explanadas desérticas sea fruto de la casualidad. Varios de ellos apuntan la teoría de que «se han construido así por un puro afán recaudatorio, rara es la semana que alguna plaza no tiene algún mercado medieval, de alimentación, escenarios, demostraciones...», según Javi R. En la misma línea, José Tomás añade que las plazas «pasan más tiempo ocupadas por pistas de patinaje, festivales y ferias. Todo ello previo pago al Ayuntamiento por el alquiler del espacio que pertenece a todos».

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