Bajo el lema Un muro, una palabra, los cuatro jóvenes llevaban meses recopilando libros y los 1.000 que consiguieron los amontonaron ayer en la Rambla del Raval a modo de muro.
La idea era que las personas que pasaran por el paseo pudieran llevarse el libro que quisieran a casa. Pero a cambio, debían dejar escrita en un papel una palabra que reflejara algún miedo o barrera personal que tuvieran.
«Se crea un muro que queremos destruir», afirmó Aníbal a 20 minutos, que aseguraba que en los papeles habían «palabras muy fuertes». No obstante, reconoció que a nivel social el acto fue excelente porque poco a poco la gente se iba acercando de manera espontánea. De los 1.000 libros que había a las 16.00 horas, tres horas más tarde sólo quedaban 80.
Los miedos en papel
Estos creativos estudiantes llevan tres meses con el proyecto, pero reconocen que lo de ayer no es más que «el 3%» de un trabajo que deben hacer para la clase de Teoría del Arte del profesor Peran. La idea es hacer, con los 1.000 mensajes que consiguieron, una exposición y un muro nuevo con todos los miedos escritos pegados a una pared. Ahora les toca la árdua tarea de elaborar una memoria y de conseguir un espacio donde exponer los miedos de la gente que pasea por Barcelona.
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