No obstante, si el cine fantástico no es lo suyo, Sitges tiene atractivos de sobra para justificar una visita. Para empezar, el pueblo barcelonés (se encuentra a sólo 32 kilómetros de la capital catalana) disfruta de un microclima que le garantiza más de 300 días despejados al año. Este envidiable clima es uno de los motivos por los que Sitges está considerado uno de los destinos turísticos más famosos de España. De hecho, el viajero que visite la zona en esta época del año tiene muchas posibilidades de poder disfrutar plenamente de su costa, ya sea tumbado en la arena, practicando algún deporte náutico o relajándose en un chiringuito o terraza.
Su condición de polo de atracción para artistas e intelectuales se ha mantenido imperturbable desde entonces, al igual que sus atractivos culturales. Dos buenos ejemplos de esta riqueza son la casa-taller de Rusiñol (Cau Ferrat) y el Museo Maricel, que albergan importantes piezas de artistas de la talla de Picasso, Casas, Zuloaga, El Greco Fontdevila o Llimona.
En las últimas décadas, Sitges ha ganado una justificada fama por su animada vida nocturna. Ya en 1967, el empresario Ricardo Urgell, vecino de la localidad, abrió con sólo 29 años la primera sala de lo que hoy es una de las cadenas de discotecas más famosas de todo el mundo. Hablamos de Pachá Sitges, que todavía hoy sigue siendo el máximo referente de la movida local. Más recientemente, el pueblo se ha convertido en un importante destino turístico para la comunidad homosexual, que disfruta de alojamientos, locales y actividades específicas.
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