Olivier Assayas: "La sociedad moderna nos deja solos frente a la muerte"

Ojos vivos, sonrisa aniñada y un humanismo reposado que choca con su tartamudeo. Nos encontramos con el director de Personal Shopper en un hotel cerca de la Ópera de París para hablar de su película sobre alta costura y espiritismo. En ella, Kristen Stewart ejerce uno de los trabajo más vacíos que ha inventado el capitalismo, una profesión tan banal como lucrativa y prometedora: vestir a famosas. Cualquiera pensaría que la conversación se va a desenvolver en esos términos,  pero con Olivier Assayas, enseguida lo comprobamos, es casi imposible no acabar hablando de los grandes temas de la vida. Y, ¿acaso no es eso lo que nos gusta tanto de sus películas?

¿Cuál fue el germen de Personal Shopper?

Quería hacer una película sobre la tensión que existe en las sociedades modernas entre la espiritualidad de las personas y los trabajos estúpidos que ejercen. El mundo en el que vivimos le da mucho espacio a lo material y cada vez tiene menos cabida la espiritualidad. Todos, de una manera u otra, tenemos que crear nuestra alternativa al mundo material. La religión cada vez tiene menos relevancia, y hemos de definir nuestra relación con lo irracional. Yo quería crear un personaje que representase esa tensión.

Tú tienes un trabajo muy interesante, para nada como el de la protagonista de la película, que es personal shopper. ¿Te costó meterte en su piel?

Los artistas somos absolutos privilegiados. Cuando eres director de cine creas tu propio mundo a tu alrededor. Y no sólo en cuanto a las películas que haces, sino en la manera en que las haces. Tengo mucha suerte por hacer mis películas con gente a la que quiero. Son mis amigos, trabajo con ellos desde hace muchísimos años. He sido capaz de crear mi propia burbuja. Pero, cuando eres un cineasta, también te relacionas con otras dimensiones de la sociedad.  Tu visión de la sociedad se expande, porque eso es lo que luego intentas representar en tus películas.

¿El cine es también el lugar en el que colocas tu espiritualidad?

La creación tiene mucho que ver con la espiritualidad. Se ha dicho mucho que Personal Shopper es una película de fantasmas. No es sólo eso. Los fantasmas son algo que, de alguna manera, todos hemos vivido. Son amigos y familia que hemos perdido, parte de nuestra identidad… Toda relación que tenemos con lo invisible al final tiene que ver con nuestro subconsciente. Algo que no terminamos de entender nos empuja, una parte oscura que no podemos describir pero que forma parte de nosotros. De joven, yo era pintor y pintaba un arte abstracto que no valía mucho, pero que me enseñó algo… Si pintas abstracto, ¿cuándo sabes que el cuadro está terminado? No estás pintando algo figurado, sino una representación de tu mundo interior. ¿Cómo decides que ya has representado eso que ni siquiera eres capaz de verbalizar? O cuando escribes… no sabes lo que vas a escribir. Empiezas a escribir y no sabes exactamente qué es lo que vas a contar. Todo proceso creativo tiene que ver con algo que no es visible ni tangible. Lo bello del cine es que te permite representar la belleza material de las cosas y, al mismo tiempo, capturar lo invisible. Las películas siempre son algo más de lo que parecen. Hace unos días vi Yo, Daniel Blake, de Ken Loach, que ha sido recibida como un epítome del cine social, y lo es, pero también es la historia de un hombre mayor cada vez más desconectado de todo. Es una película muy oscura sobre la condición humana.

La espiritualidad no es algo nuevo en tu cine. Ni servirte del género para contar otra cosa…

Sí, la espiritualidad está presente en todas las películas que hago, quizás de una manera subterránea. Siempre ha estado ahí y, probablemente, más en Viaje a Sils Maria. Está presente en todas mis películas porque verdaderamente creo que la gente se deja llevar por su subconsciente. Creo que siempre he sabido que en algún momento daría el siguiente paso y haría una película conectando lo consciente y lo subconsciente. Mi convicción es que eso es lo que define la experiencia humana, que vivimos mitad en el mundo material y mitad en el espiritual, en la imaginación, en nuestro mundo interior. Y, en cuanto al cine de género, a veces creo que el término es algo reduccionista. Si ves las películas de grandes maestros como Wes Craven, Dario Argento o David Cronenberg, son tan profundas como cualquiera de los ‘grandes cineastas’. Tratan temas tan complejos y reales como, digamos, los Dardenne.

¿Tuviste alguna inspiración para hacer esta película?

Cuando hago películas intento olvidarme de las películas. Intento apoyarme en mi propia experiencia. Pero supongo que detrás de Personal Shopper está Ingmar Bergman, un director al que admiro inmensamente. Además, tuve una experiencia muy extraña cuando terminé de escribir el guión. Había una retrospectiva de Antonioni en la Cinémathèque y volví a ver Blow-Up después de mucho tiempo. Soy muy fan de Antonioni y me encanta esa película, pero, al volverla a ver, me alucinaron las similitudes que había entre ella y Personal Shopper. Tienes a una figura marginal del mundo de la moda cuya vida se transforma a través de un crimen que pudo ocurrir o no. Pensé que Blow-Up me estaba explicando lo que quería haber contado en un primer momento en mi película.

¿Rodar en inglés fue una decisión creativa o económica?

De ningún modo fue una decisión económica porque dificultó mucho la financiación de la película. Perdimos las subvenciones francesas y cualquier tipo de ayuda. Fue una decisión difícil, pero, en esta ocasión, no tuve duda: Kristen Stewart era la opción más evidente para interpretar a la protagonista de Personal Shopper. Su nombre y el hecho de que mis películas hayan viajado facilitó que recuperásemos lo que habíamos perdido en Francia a través de ventas internacionales, pero aún así, es una película de bajo presupuesto. Recibimos dinero alemán, pero no me exigieron actores alemanes. Están en la película porque son mis amigos. Nora von Waldstätten, por ejemplo, ha estado en casi todas mis películas desde Carlos. Y Lars Eidinger es un genio. Me siento muy afortunado de poder trabajar con él porque pienso que es uno de los mejores actores del momento. Esa es una de las cosas buenas de hacer una película en inglés. Si la hago en francés, me limito a un universo pequeño de actores franceses.

¿Qué es lo que convierte a Kristen Stewart en una de las actrices más icónicas del momento en Francia?

Honestamente, creo que es magnífica. Es única. Cuando rodábamos Viaje a Sils Maria a veces lo veía suceder delante de mis ojos. A Juliette la conozco desde hace más de 20 años. Trabajamos de una manera parecida. A mí me gusta darle mucha libertad a mis actores, y creo que eso fue algo que Kristen descubrió en el rodaje, viendo a Juliette. Que había nuevos espacios para la interpretación, que podía usar otras facetas de su personalidad que nunca había explorado porque nunca le habían dado permiso ni libertad. Creo que muchos espectadores la entendieron mejor al verla en esta película. Y es curioso, porque fue así como ella obtuvo cierto reconocimiento entre la cinefilia europea. Sobre todo en Francia, donde ganó el César. Es una estrella americana que, de pronto, consigue reconocimiento en Europa gracias a una película pequeña.

Con Viaje a Sils Maria querías cambiar la imagen de Juliette Binoche. ¿Buscabas algo parecido con Kristen Stewart?

A estas alturas nadie duda de lo que Kristen es capaz. No sólo por mis películas, también por la de Woody Allen y otras que ha hecho. No creo que Viaje a Sils Maria crease una nueva Kristen, sino que la gente vio que era una actriz más compleja de lo que parecía.

¿Cómo resolviste el problema de representar los fantasmas?

Me inspiré en las descripciones que los médiums hacen de las sesiones y en las fotografías espiritistas de finales del siglo XIX, una época en la que se creía genuinamente en los fantasmas. Ahora parecen muy naif, pero también asustan un poco.

Hoy vivimos en contacto con los fantasmas. Por ejemplo, en Facebook, seguimos siendo amigos de los muertos.

Claro. Hablar de fantasmas es hablar de lo que hacemos cuando alguien muere. Vivimos en una sociedad que puede decirnos poco sobre ese asunto, que nos deja a solas con estos problemas tan complejos y profundos. Antes estaba la religión para guiarnos, pero ahora no. ¿Qué hacemos con los muertos? ¿Cómo nos relacionamos con esto? En el luto has de crear tus propios rituales y tu propia manera de relacionarte con ellos. Yo he perdido a mis padres, a algunos amigos… y con todos ellos he tenido que construir una relación nueva, porque siguen conmigo.

¿Por qué crees que la sociedad no le presta atención a la muerte?

La gente parece haber decidido que es más importante la gratificación inmediata del mundo material en vez de posponerla a la vida del más allá. Pero, al mismo tiempo, el mundo material y científico no lo es todo. Yo crecí en los 70, una época de ideología y espiritualidad. Por un lado, tenías a izquierdistas que querían cambiar el mundo en términos marxistas, y por el otro, a hippies que creían en la paz. Pero todos se movían por ideas abstractas y eso ha desaparecido. ¿Por qué la gente quiere gratificaciones instantáneas? No lo sé, pero también pienso que, aunque tengan de todo, algo tiene que faltar en sus vidas.

¿Ya no crees en tus ideas de los 70?

Al revés, me he quedado atrapado en ellas. Tanto en los discursos de izquierdas como en la espiritualidad hippie [risas].

¿Cómo te gusta que tus películas sean recibididas?

Creo que las películas van de preguntas, no de respuestas. Y estas preguntas reverberan de manera diferente en cada uno de los espectadores. Los directores estamos contentos con los distintos ecos que producen. En ese sentido, no nos relacionamos con la masa, sino con cada individuo.

Personal Shopper se estrena el 19 de mayo.