Fernández de la Vega: "Esto no es política de derechas, es política de emergencia"

Se les acusa de haber hipotecado el discurso de izquierdas.
No. El discurso de izquierdas está ahí. Es verdad que, a veces, en lo inmediato -porque en esta sociedad el mensaje que se transmite es inmediato y a veces no se contextualiza-, puede percibirse que estamos cambiando. No, no estamos cambiando, un gobernante socialdemócrata responsable, si quiere seguir impulsando políticas de bienestar, tiene que solucionar el primer problema: tiene que crecer, tiene que sanear sus cuentas…¿Pero con políticas de derechas?
No, no son políticas de derechas, son políticas de ajuste necesario. Si tenemos un déficit importante, tendremos que reducirlo, porque si no vamos a tener que pagar unos intereses de la deuda altísimos, que nos van a hipotecar y nos van a impedir mantener el incremento de las pensiones, el de las becas, la política de dependencia... Esto no es una política de derechas, es una política de emergencia. En el plan de ajuste hemos tenido que tomar medidas duras y difíciles. Hemos pedido un sacrificio porque esto lo tenemos que hacer entre todos. Y lo hemos hecho no sólo nosotros, lo ha hecho Alemania, el Reino Unido, Italia Francia, Irlanda, Estados Unidos… Lo ha hecho todo el mundo, no había otra salida.

Acaban de renunciar ustedes a una de las iniciativas legislativas estrella para esta legislatura, la Ley de libertad religiosa...

No hemos renunciado a nada. Hemos hecho también leyes de reconocimiento de derechos en esta legislatura.

Pero menos...

Menos, porque hemos tenido que tener centrada y concentrada toda la iniciativa política y legislativa en la cobertura de desempleo, la reducción del déficit, la reforma laboral, la reforma del sistema financiero, la reforma de la Administración… Eso ha sido lo prioritario. Hemos hecho la reforma audiovisual, la reforma de la Ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo, estamos trabajando en la Ley de transparencia… También en la Ley de libertad religiosa, pero con otros plazos.

¿La Ley de libertad religiosa todavía puede salir en esta legislatura?

¿Por qué no? Lo que ha ocurrido es que no era el momento. Los ciudadanos quieren que estabilicemos la situación, porque saben que cuando lo hagamos vamos a volver a impulsar las políticas de respaldo de la ciudadanía, porque es nuestra seña de identidad, es nuestro compromiso. Y de políticas sociales. Y lo que no nos dé tiempo a hacer en esta legislatura lo haremos en la que viene.

Si gobiernan...

¡Pues claro que vamos a gobernar!

¿Cree que en un año y medio va a dar tiempo a todo eso, a recuperar mínimamente la economía?

Claro que sí, nosotros seguimos trabajando. Nuestra agenda político-parlamentaria la tenemos que concentrar para que salga cuanto antes lo más importante. Y ahí estamos, pero el resto de trabajo lo vamos haciendo.

Hay un cierto desencanto del ciudadano con la clase política. Ha sido ilustrativa la reacción de la opinión pública con la muerte de Labordeta, en contraste con la caída de la valoración de la clase política.

Son cosas distintas. Labordeta era una persona muy apreciada, muy querida. Ahora puede haber desencanto, se lo reconozco, la gente está preocupada, tiene incertidumbres. El reconocimiento masivo, generalizado, de José Antonio Labordeta se produce porque era una persona de una trayectoria política de mucho compromiso, con una capacidad para sintonizar muy grande. Es lógico que su fallecimiento haya sido muy sentido por gente de todas las ideologías.

Pero en Labordeta la gente encontraba unas cualidades -sinceridad, franqueza...-, que no ven en el resto de la clase política...

¿Usted piensa que no soy sincera, que los políticos no somos sinceros?

La ciudadanía cree que la mayoría de la clase política no lo es, que en la política hay demasiados tejemanejes...

No creo que la mayoría de la ciudadanía tenga esa percepción de la clase política.

En los dos últimos años, y según los barómetros del CIS, la clase política es vista por los ciudadanos como un problema...

Más bien, como una preocupación. Pero es lógico. Porque hemos vivido una situación que no habíamos vivido nunca. La gente ha visto que de repente se derrumbaba la Bolsa, que en este país había unos niveles de especulación brutales, que se tenía que intervenir un banco (no ha sido nuestro caso). Porque la situación de alarma que se ha generado no solo ha sido por lo que ha ocurrido en España, lo que más ha alarmado es que ha ocurrido en todo el mundo. En EE UU, en el Reino Unido… hemos tenido que ver cómo los neoliberales de toda la vida pedían la intervención del Estado, se volvían keynesianos de la noche a la mañana, hemos visto cosas que no habíamos visto nunca. A la gente eso le provoca una gran incertidumbre y le conduce a hacer unas valoraciones que cambiarán, porque se va a poner de manifiesto, claramente, que se han hecho bien las cosas, y que este ha sido y sigue siendo un Gobierno social, con un proyecto socialdemócrata que ha colocado en el centro de su acción política al ciudadano.

¿Cree entonces que hay una relación directa entre el desencanto con la clase política y la crisis económica?

Por supuesto. Clarísima. Y es lógico. La gente ha pensado que, como los mercados eran los que estaban interviniendo, había como una cierta incapacidad de la clase política. Pero si no llega a ser por la intervención de la clase política, se hubiera producido una quiebra generalizada del sistema. Otra cosa es que la ciudadanía lo haya podido percibir como insuficiente.

O a lo mejor ha percibido que hace dos años la clase política y los medios de comunicación les estábamos diciendo que había que refundar el capitalismo y ahora lo que se les dice es que hay que volver a las recetas liberales...

¿Pero quién está diciendo que haya que volver a las recetas liberales?

Las que se están aplicando en todo el mundo, incluyendo España.

No es así. ¿Dónde están las recetas liberales?

En la propia reforma del mercado laboral, por ejemplo. Lo de la flexibilización del mercado laboral es un eufemismo...

¿Por qué? ¿Se ha reducido alguna indemnización por el despido, cosa que se dice todos los días? Ninguna. Se mantiene el despido de contrato indefinido en 45 días, se mantiene en 33 días el del contrato de fomento del empleo, se mantiene el despido de 20 días en los expedientes de crisis… y se aumenta el despido de 8 a 12 días en los contratos temporales. No se está diciendo la verdad. Y además hay una intervención judicial, cosa que a los empresarios les parece excesiva. ¡Si es una reforma liberal que los empresarios dicen que no es nada liberal! A ver si nos ponemos de acuerdo.

Es una reforma equilibrada, como tiene que ser toda reforma laboral, porque tiene coordinar y armonizar intereses contrapuestos. Establece mecanismos para que los empresarios puedan adoptar decisiones y tener por tanto una cierta flexibilidad cuando se encuentran ante una situación de crisis, que ahora les llevaba directamente a desaparecer porque no tenían más salidas que rescindir contratos. O sea que es una reforma para el empleo. Y hemos incrementado el contrato formativo, el contrato en prácticas para los jóvenes, para que haya una estimulación del empleo, para que los empresarios puedan invertir en jóvenes, en formación, en innovación. Porque cuando tú tienes una plantilla estable, tienes muchos más incentivos para invertir en esa plantilla, darle formación, para que sean más productivos y más competitivos. No es verdad que sea una reforma liberal.

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