Víctimas de la 'Joyería Renedo' afirman que entregaron género sin garantía alguna y bajo el principio de buena fe

Uno de los suministradores advierte de que los acusados se jactaban de contar con una clientela de alto 'standing'

Dos empresarios del sector de la joyería que figuran entre el centenar de damnificados por la estafa por valor de 1,5 millones de euros cometida en 2008 a través de la 'Joyería Renedo', sita en la calle del mismo nombre de Valladolid, y por la que están imputadas nueve personas, a las que Fiscalía de Valladolid solicita penas que suman 34 años de cárcel, aseguraron hoy que suministraron género al referido establecimiento sin exigir a cambio garantía alguna y basados en el principio de la "buena fe" que rige en el sector.

En tales términos se expresaron los industriales Ricardo F.M. y José F.G, dos veteranos joyeros con cerca de 40 años de experiencia en el mundo de la joyería y que, tal y como explicaron durante la segunda jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de Valladolid, entregaron a la 'Joyería Renedo' género por valor de 60.000 y 23.859 euros, respectivamente, sin más aval que un estrechamiento de manos. Ambos reclaman sendas cantidades ya que su confianza no fue correspondida por los acusados.

"¡Están tan mal las cosas que si no te fías, no vendes!", incidió Ricardo F.M, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, precisó que los pedidos fueron realizados por Amado S.G, quien respondía por el nombre de Fernando, y la madre de éste, Lorenza G.P, en quienes confió debido a que habían participado recientemente en Madrid en la feria Iberjoya y éstos habían anunciado su propósito de montar una joyería "muy potente" en Valladolid.

El testigo sí reconoció haber sentido una cierta "extrañeza" tras conocer que el local se ubicaría en la calle Renedo. "Era una joyería de barrio que, tanto por su localización y mobiliario, no estaba al nivel del género que ofrecía", sentenció el joyero, quien, pese a ello, no puso peros a poner en manos de Amado y Lorenza relojes y joyas por valor superior a los 60.000 euros ya que éstos dijeron que tenían una clientela de alto 'standing' integrada por médicos, abogados y señoras de elevado nivel.

También declararon en calidad de testigos el propietario del local elegido por los imputados para montar el negocio, Andrés P.C; el electricista que realizó diversos trabajos de acondicionamiento, Jesús S.A, y Ana Laura, una joven que trabajó como dependienta durante mes y medio en dicha joyería.

El primero relató que las negociaciones para el alquiler de su establecimiento fueron realizadas con Manuel S.B, quien se hacía llamar Rafael y que en realidad era el entonces marido de Lorenza y padre de Amado, las dos personas que posteriormente se hicieron con las riendas de la joyería.

En las negociaciones participó igualmente otro de los imputados, Santiago G.R, a quien el citado Rafael, como así recordó el arrendador, presentó como su jefe y poseedor de otras joyerías en Barcelona, pese a ser realmente un albañil toxicómano que se había prestado a colaborar en la presunta estafa.

La madre que me parió,

Menudo joyero!"

"Decían que iban a comerse el sector joyero en Castilla y León, aunque ya en una comida empecé a sospechar algo al ver que Santiago, con una forma de conversar no muy suelta, tenía además un tatuaje en un brazo. ¡La madre que me parió, menudo joyero, le dije entonces a mi mujer!", recordó el propietario del local, que, con todo, suscribió con Santiago G.R. el contrato de arrendamiento por cinco años y realizó distintas obras de acondicionamiento.

Durante su declaración, el testigo, a quien los acusados adeudan unos 950 euros en concepto de arrendamiento, se mostró indignado tras conocer que el tal Rafael con quien había negociado se llamaba en realidad Manuel S.B. y tuvo que ser invitado por el magistrado presidente de la Sala a que moderara su lenguaje al espetar un ¡"manda cojones"!

Prestaron igualmente declaración como testigos un electricista, a quien se adeudan trabajos por importe de 1.500 euros, y Ana Laura, ex empleada de 'Joyería Renedo' que también reclama más de 800 euros por el impago de su salario. Esta última otorgó a Lorenza G.P. y su hijo Amado S.G. el liderazgo de la joyería y un papel secundario, de mera colaboradora, a Pilar G.B, y confesó que tuvo sospechas de que algo raro pasaba pero no tan grave.

Sus sospechas se confirmaron cuando el 29 de diciembre de 2008 Pilar G.B. la llamó por teléfono llorando tras encontrarse ésta la joyería cerrada y comprobar que la cámara acorazada estaba vacía y habían volado las joyas de mayor valor. La dependienta se acercó y como le debían dinero cogió lo que quedaba, que no era más que bisutería, aunque dicho género lo entregó más tarde a la policía.

El juicio contra los nueve imputados proseguirá el próximo lunes con el interrogatorio de otros cinco testigos. De los nueve imputados, a los que se piden penas de entre seis y dos años de prisión, cuatro de ellos han reconocido los hechos.

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