La localidad de Malinas es una de las joyas menos conocidas de Bélgica. Su reducido tamaño y población (ronda los 80.000 habitantes), han permitido que conserve el aroma de la vieja Flandes. Situada a 25 kilómetros de las dos ciudades más importantes del país, la capital, Bruselas, y Amberes, su rico legado histórico y arquitectónico salta a la vista en cuanto se pone un pie en sus calles.
La Catedral, precisamente, fue escenario de uno de los sucesos más curiosos de la historia de la ciudad. La madrugada del 28 de enero de 1687, un vecino, ebrio según cuenta la leyenda, alertó de un incendio en lo alto de la torre. Los ciudadanos se movilizaron rápidamente para intentar apagar el fuego con cubos de agua, pero, tras ascender 514 escalones, se percataron de que, en lugar de llamas, lo que había visto el vecino era el reflejo de la luna, que tenía un color rojizo debido a la bruma nocturna.
La historia no acaba aquí. El alcalde ordenó tapar el asunto para evitar el bochorno correspondiente, pero la jugada no le salió bien. Ni mucho menos. La anécdota se extendió rápidamente y, desde entonces, los habitantes de Malinas son conocidos en toda Bélgica por el sobrenombre de maneblusses, apelativo que se puede traducir como ‘apagalunas’. Otras construcciones de obligada visita son la iglesia la iglesia de San Pedro y San Pablo, la iglesia de San Juan, que esconde varios lienzos de Rubens, y la iglesia de Nuestra Señora de Dijle.
En el caso de que prefiera la arquitectura actual, puede visitar el Centro Cultural Lamot, en el que podrá descubrir cómo era la vida cotidiana de épocas pasadas a través de su valiosa colección de objetos cotidianos. La antigua fábrica de cerveza, pegada a uno de los canales del río Dijle, es uno de los iconos modernos de la ciudad tras su espléndida restauración.
Si viaja acompañado de niños, no puede perderse el Museo del Juguete, el mayor de Europa en su especie, con 7.000 metros cuadrados de exposición. Podrá contemplar una vasta colección de juguetes que muestra su evolución. Además, hay una sala de juegos y una tienda. Unas últimas recomendaciones. El medio de transporte más adecuado para acercarse a la ciudad es el tren, y el mejor modo de moverse por sus calles, al igual que en el resto de localidades de los Países Bajos y Bélgica, la bicicleta. Finalmente, no abandone la ciudad sin disfrutar de una de sus exquisitas cervezas.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios