Otro síntoma de la invasión del negocio sobre el ocio son las comidas de trabajo, invitaciones interesadas que te impiden ponerte las zapatillas y ejercitar la extracomunitaria siesta. Aunque si antes era un honor que te invitaran, ahora te hacen la pascua, sabedor, además, de que tienes que ir si quieres estar en el cotarro. Al menos, esas copiosas conversaciones podrían terminar en una siesta de negocios, que haberlas, haylas, si nos atenemos a una empresa que se acaba de inaugurar en Murcia que te ofrece desde asesoramiento y salones hasta, digamos, la prórroga.
Ni ocio ni juego, sino trabajo en equipo. Tener tiempo libre, no digamos ya no hacer nada, está muy mal visto, y los partidillos de fin de semana también están pasados de moda. No es lo mismo quedar con los amigos para chutar el balón que lucir el chaleco y la gorra en el club de golf.
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