Achero Mañas: "Los niños han perdido a sus referentes más cercanos"

  • Estrena este viernes su nueva película, 'Todo lo que tú quieras'.
  • La cinta narra los sacrificios de un padre por aliviar el dolor de su hija.
  • Está protagonizada por Juan Diego Botto.
Achero Mañas.
Achero Mañas.
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Achero Mañas.

Físicamente, sigue igual que cuando presentó El Bola o Noviembre. Y también conserva la energía y el entusiasmo. Este viernes, Achero Mañas estrena su nuevo largometraje, Todo lo que tú quieras, la historia de un padre desesperado por hacer más feliz la vida a su pequeña hija.

Estrena película, Todo lo que tú quieras. ¿Cómo lo lleva?

Antes del pase de prensa y las entrevistas muy inquieto, pero ahora estoy algo mejor. En principio las críticas han sido bastante buenas, y tanto los periodistas como mis amigos parecían contentos. Pero nunca se sabe: al final, el que decide es el público.

¿Qué espera provocar en ese público?

No sé si quiero provocar algo... Simplemente, necesitaba contar esa historia. Desde que se me ocurrió y escribí el guión, esperé que pudiera atraer e interesar a la gente, que se identifiquen con lo que pasa, que se metan dentro de la película. Eso es lo más difícil en el cine: lograr que los espectadores vivan la historia.

La película es muy dura, pero también tierna. ¿Eso amplía el espectro de espectadores?

Espero que así sea, dejar a mucha gente satisfecha. Cuando la terminé y la volví a ver, tenía miedo de eso: de ser a veces demasiado emotivo y tierno, y en cambio pecar otras de discusivo e intelectual. Temía quedarme en tierra de nadie...

¿Cómo nace la película?

Hace unos años fui padre por primera vez y, cuando mi hija tenía dos o tres años, me pregunté qué pasaría si faltase su madre... No podía haber hecho esta película de no haber sido padre, porque me aparecía constantemente la figura del padre con la hija, la madre desaparecida y ver cómo se las arreglaban los dos, haciendo de tripas corazón. Sin embargo, sentía que me faltaba algo: se han hecho demasiadas, y muy buenas, películas, de padres ee hijos.

Y entonces...

Una noche, en Nueva York, me desvelé y se me apareció el personaje del transformista, que en la película interpreta José Luis Gómez. Ahí fue cuando lo enlacé todo, y entendí que podía contar una historia que iba más allá, que era más interesante.

De eso hace unos cuantos años, ¿qué aspectos sociales le han llamado más la atención y ha querido reflejar en la cinta?

El cambio de roles que se está dando en la sociedad moderna. La mujer ha salido, muchas veces obligada, al mercado laboral. El sistema la ha reclamado, porque ya no basta con un sueldo en casa, y los hombres se han encontrado con esa situación de repente. Eso ha supuesto un cambio traumático para todos, pero es lo que hay... El papel tradicional del hombre y de la mujer ha terminado.

¿Y los niños? ¿En qué situación quedan?

Son los más perjudicados. No es el tema principal de la película, pero es verdad que los niños han perdido a sus referentes más cercanos. Da igual un padre y una madre, dos padres, dos madres... A lo que me refiero es a un concepto más amplio: al concepto familia. Los más cercanos a los niños se pasan el día trabajando, por lo que los críos pierden referentes. Así que, al final, esos referentes tienen que encontrarlos en profesores o en la guardería.

Como en El Bola, otra vez un menor protagonista. ¿Por qué?

La paternidad me cambió mucho la visión de las cosas, e intenté analizar mi papel paterno. Esta película no es la historia de una niña, sino de su padre. Pero es cierto que me interesan muchas cosas de los niños: por ejemplo, su capacidad para asumir los cambios, para adaptarse. Pueden cambiar muy fácilmente su visión del mundo, algo que a veces echo en falta en los adultos, que somos mucho más cerrados.

Hablando de ese padre, Leo, ¿cuándo decidió que sería encarnado por Juan Diego Botto?

No escribo pensando en actores, sino en lo que me pide la historia, y después barajo posibilidades. Le pregunté a varios amigos como Tristán Ulloa, Pere Ponce o Pedro Alonso, pero terminé quedándome con Juan Diego Botto. Todos son buenísimos actores, pero él aportaba algo muy importante: dignidad y clase. Además, la transformación que sufre en la película no resultaba exagerada, ni grotesca, en él.

Su papel es un auténtico reto.

Sí, era complicado. Pero creo que está excelente, y tiene mucho mérito: compartir planos con una niña de cuatro años implica constantes rupturas de ritmo, de concentración... Él, mientras, sufriendo, frase a frase... Era muy difícil.

Hablando de la niña, ¿cómo la dirigió?

Creo que explicar un guión, o hacérselo aprender, a una niña de cuatro años es un error... Un niño no en Marlon Brando, Al Pacino o Meryl Streep. Es absurdo. La manera que yo he encontrado es trabajando situaciones emocionales, jugando en el rodaje, improvisando mucho y, dentro de eso, incorporando diálogos y elementos narrativos de la historia poco a poco, para que no se pierda la espontaneidad infantil.

El comportamiento del padre sería difícil de justificar por un psicólogo, ¿no cree?

Sí, es atípico y extremo, porque quiero subrayar en la película los prejuicios y la tendencia a crear estereotipos de la gente. Al principio él también está lleno de prejuicios, y al final es el que los sufre... El problema es que los seres humanos aplicamos parámetros universales, pero las circunstancias de las personas son genuinas y distintas. De eso es de lo que habla la película.

¿No es la sociedad menos prejuiciosa? ¿No se admite mucho más el travestismo, la homosexualidad...?

En ciertas partes, pero te sigues llevando sorpresas. Ayer mismo escuché a un tipo gritarle a otro que se volviese a su país... No lo entiendo. No creo en nacionalidades, ni en razas, ni en culturas. Todo es fruto de la casualidad. Las cosas han cambiado, pero nos sigue siendo demasiado fácil ubicar, juzgar y marcar.

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